Ilustración: Ana Sofía Toral
El Presupuesto federal para la recuperación es una propuesta de un paquete mínimo de programas sociales focalizados a poblaciones vulnerables en México durante la pandemia de COVID-19 en los años 2020 y 2021. Nuestra propuesta se financia a través de la reasignación presupuestal -sin deuda adicional- de los megaproyectos de infraestructura de esta administración, los recursos adicionales a Pemex entre 2020 y 2021, así como los recursos adicionales en infraestructura a las fuerzas armadas.
MEDIANTE LA REASIGNACIÓN PRESUPUESTAL DE ...
Sin embargo, los resultados no fueron tan alentadores ….
"Las y los mexicanos debemos exigir cuentas a nuestros legisladores sobre la asignación presupuestal, incluso después de que se autoriza el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF)."
No todas las economías pueden reaccionar igual... y no todas lo hacen. El caso mexicano es muy representativo de lo anterior: frente a la peor crisis económica del último siglo, con fuertes efectos en los arreglos de nuestra sociedad, el actual gobierno federal mexicano ha mostrado una respuesta a todas luces insuficiente.
En 2020, la economía mexicana se contrajo en (-)8.5% anual, la peor caída en la historia de esta serie que inicia en 1980. Al segundo trimestre de 2021, la economía ha comenzado su recuperación, pero de acuerdo con los datos oportunos durante el segundo trimestre aún se encuentra en niveles similares a los observados en el último trimestre de 2016.
De acuerdo con el Censo Económico 2019– el 99.8% de las empresas son MiPyMEs, estas fueron las grandes perdedoras de la recesión económica actual.
En 2020, la economía mexicana se contrajo en (-)8.5% anual, la peor caída en la historia de esta serie que inicia en 1980. Al segundo trimestre de 2021, la economía ha comenzado su recuperación, pero de acuerdo con los datos oportunos durante el segundo trimestre aún se encuentra en niveles similares a los observados en el último trimestre de 2016.
De acuerdo con el Censo Económico 2019– el 99.8% de las empresas son MiPyMEs, estas fueron las grandes perdedoras de la recesión económica actual.
De acuerdo con el CONEVAL en 2020, 10.8 millones de personas se encontraron en situación de pobreza extrema, ¿y los programas sociales, fueron progresivos durante los peores meses de la pandemia?
Ante el cierre de escuelas, estancias, guarderías, asilos y casas de adultos mayores por el riesgo de contagio, la carga del trabajo de cuidados ha recaído en las familias; sumada al confinamiento que trasladó una parte importante de las actividades laborales y productivas a los hogares, lo que agudizó la carga de trabajo doméstico.
El panorama de trabajos de mercado era desalentador para las mujeres mexicanas: desde antes de las crisis actuales, su tasa de participación laboral –es decir, el porcentaje de mujeres que trabajan en empleos de mercado respecto al total en edad de trabajar– ya era una de las más bajas de Latinoamérica, con apenas 44.9%; por debajo del promedio regional de 52% y muy por debajo de la tasa de 77.1% para el caso de los hombres mexicanos.
Las medidas fiscales totales que se han implementado hasta junio de 2021 para responder a la pandemia de COVID-19 equivalen al 1.9% del PIB –tanto de gasto público como de garantía de liquidez, medidas como proporción del PIB–, México ocupa el lugar 152 entre 182 economías nacionales. Al comparar únicamente medidas con impacto presupuestario inmediato, nuestro país desciende al lugar 172 en el mismo comparativo.
La respuesta del gobierno federal mexicano se asemeja a la de Pakistán o la de Níger, países con economías mucho menos complejas y con una menor capacidad estatal.
“México es el país que ha implementado menos medidas en educación, empleo, salud, género, economía y protección social por la pandemia en la región” CEPAL, 2020
La falta de acción del gobierno mexicano tiene una causa estructural: la debilidad de las finanzas públicas.
México es una anomalía del desarrollo: una gran economía, con ingresos medios, pero con una recaudación pobre. Al medir los ingresos públicos como % del PIB, nuestro país se encuentra en el último lugar entre los países de la OCDE y en los últimos lugares de la región latinoamericana.
El riesgo de no fortalecer al sector privado es crear un círculo vicioso. Por una parte, el cierre de empresas formales reduce la base del ISR y al mismo tiempo se pierden empleos, por lo que las cuotas y aportaciones de seguridad social disminuyen.
Por otra parte, la pérdida de empleos, entre otras presiones, disminuye el consumo interno y con ello disminuye la base del IVA y el IEPS. Los efectos por parte de las empresas y del consumo se encuentran en el mismo sentido, por lo que los ingresos tributarios disminuyen.
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El gobierno federal mexicano ha mantenido una política fiscal prudente a pesar de las crisis económica, sanitaria, social y de cuidados.
Una de las consecuencias de que el gobierno decida no endeudarse para impulsar un programa de recuperación para las familias y las empresas es que son estas quienes terminan asumiendo el costo de la deuda de manera privada para amortiguar la crisis de liquidez que se atraviesa en nuestra economía.
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La experiencia en otras economías de desarrollo similar puede ofrecer una ventana a las distintas oportunidades de reacción que puede realizar el gobierno mexicano para contrarrestar los efectos de la pandemia del COVID-19.
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