Dejar pasar una oportunidad cuando se tienen muchas opciones es una decisión que puede ser aceptable; dejarla pasar cuando es enorme y única en el mundo es una tragedia.
México se encuentra, por azares de la geografía, del destino y de la ocurrencia de sucesos en los que no hemos tenido nada que ver, ante una de las oportunidades más importantes en su historia moderna que permitiría mejorar la situación económica de los mexicanos y posicionarnos en otras ligas en materia económica.
Esta es el famoso nearshoring, que es la ventaja que nos da la cercanía con nuestros vecinos del norte ante las dificultades en el mundo en materia de transporte de mercancías, los conflictos políticos entre China y Estados Unidos y los efectos de la invasión de Rusia a Ucrania, misma que nos abre una ventana de oportunidad que se calcula, según Alejandro Werner y Alexis Milo, en un monto de hasta 80 o 90 mil millones de dólares de exportaciones a nuestros vecinos del norte. El impacto que esto tendría en generación de empleos, desarrollo de cadenas de proveedores para el suministro de toda esta industria, inversiones que vendrían a crear parques industriales y demás infraestructura necesaria para que esto se vuelva realidad sería enorme. Pudiera, según algunas estimaciones, llevarnos a tasas de crecimiento cercanas al 5% del PIB; en este sexenio por angas o por mangas llevamos un crecimiento cero. Este es el tamaño de la oportunidad.
Creo que la oportunidad es tan grande que se va a presentar de todas maneras; sin embargo, si se toman las decisiones adecuadas y se hace lo que hay que hacer se puede maximizar su impacto.
¿Qué habría que hacer? Canalizar toda la energía social hacia el aprovechamiento del momento, que por cierto no será eterno. Si no lo hacemos nosotros, alguien más lo hará. Si bien, geográficamente somos insustituibles, en otros aspectos habrá paises dispuestos a tomar las decisiones correctas y quedarse con una buena parte de la oportunidad.
En lugar de que nuestro gobierno se preparare para aprovechar esta circunstancia que se nos presenta, están como si tuvieran un restaurante en el que hubiera una larga fila de personas esperando a que se abran las puertas, pero deciden pelearse por mil y un cosas “muy importantes” pero que nada tienen que ver con abrir el negocio; la gente se cansa de esperar y se va.
Lo anterior ocasiona que la energía social, el esfuerzo de la sociedad, empresas y personas, la estamos gastando en tener que defender al INE, en tratar de tener un sector energético como el que demanda ya el mundo moderno, en voltear al pasado idealizando hechos y momentos que nada tienen que ver con el México de hoy, abriendo consultas en el TMEC, polarizados en discusiones sin fin sobre lo que piensan “las corcholatas”. Ahora que lo escribo, lo veo más pequeño aún, peleando por el Glifosato con los americanos, construyendo obras sin rentabilidad financiera y social, lo que convierte esta inversión en un mero gasto, tristemente desperdiciando nuestra energía y dejando pasar la oportunidad.
Debiera haber un organismo que se dedicara a promover esta oportunidad, a generar el ambiente de seguridad para inversionistas nacionales y extranjeros, a planear la infraestructura pública y privada que se necesita, a ordenar el proceso para aprovecharlo al máximo. De hecho, ésta pudiera y debiera ser la responsabilidad de la Secretaría de Economía que junto con el Consejo Coordinador Empresarial diseñaran e implementaran el plan. Los beneficios serían enormes.
Se podría canalizar esa energía social para crecer de manera más importante, para generar millones de empleos, para ofrecer esperanza de un futuro mejor para nuestros jóvenes, para sacar de la pobreza a casi la mitad de los mexicanos y volvernos finalmente un país de clase media, donde la excepción sea la pobreza y la norma una calidad de vida digna.
Solo se necesita declarar este hecho como algo muy relevante para el país y por ello para el gobierno. Hacer todas las modificaciones que hagan falta a las leyes, generar la certdidumbre jurídica para todos aquellos que quieran invertir en nuestro país, promover que mexicanos y extranjeros inviertan en lo que hace falta para que esto se aproveche, dejar de polarizar entre ricos y pobres, entre conservadores y liberales, y entender que sólo un México unido, canalizando toda su energía, puede aprovechar al máximo la oportunidad que se nos presenta. Haremos entonces un mejor México para todos.
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* Juan Ignacio Gil Antón (@JuanIgnacioGil1) es Economista y experto México, ¿cómo vamos?