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#ImmigrationOnTheRoad

Perspectivas desde Washington: de lo improbable a lo posible

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Los temas de migración y movilidad laboral siempre han sido controversiales en Estados Unidos y es poco probable que dejen de serlo. El mejor indicador de la complejidad y sensibilidad del tema es el hecho de que la última vez que el Congreso de Estados Unidos aprobó una reforma al sistema de migración fue en 1996. La parálisis legislativa en los últimos casi 30 años no refleja una falta de interés o de esfuerzo, sino la dificultad de negociar una medida que pueda pasar en un Congreso de mayorías escasas.

Desde los años 90, todos los presidentes se han comprometido con “resolver la crisis migratoria.” La mayoría de las propuestas legislativas han incluido una combinación de medidas para asegurar la frontera, con más personal de la Border Patrol, mayor uso de tecnología para detectar gente cruzando la frontera en los puertos de entrada y esfuerzos para reducir o eliminar el empleo de gente sin permiso de trabajar. Ninguna de estas propuestas ha obtenido apoyo suficiente en el congreso estadounidense. Las razones normalmente han reflejado la confrontación entre los partidos políticos. Mientras que los republicanos han insistido en controles más fuertes, los demócratas se han focalizado en el trato a los migrantes y, sobre todo, en los dreamers, que llegaron con sus familias en la infancia y no conocen su país de origen. En términos del mercado laboral las divisiones no son tan radicales entre ambos partidos debido, sobre todo, a la importancia de los sindicatos en la coalición demócrata. 

Desde hace unos meses, la narrativa impulsada por los republicanos y que se ha abierto paso en los medios de comunicación, se ha centrado en la seguridad de la frontera o la “crisis fronteriza”, en lugar de abrirse a una conversación integral sobre cómo responder a los flujos históricos de migrantes que está recibiendo Estados Unidos, no sólo de México, sino de todo el hemisferio y del mundo entero. Los migrantes ahora son vistos por muchas personas y sus representantes en el Congreso o en gobiernos estatales, como ladrones, traficantes de drogas, gente que busca robar el trabajo a los ciudadanos o residentes permanentes o alguna combinación de estas características. En la gran mayoría de la cobertura en los medios de comunicación, se ha perdido la compasión y el reconocimiento de las situaciones que han impulsado la migración. En cuanto a los flujos de migrantes, no cabe duda de que las reformas del sistema para procesar a quienes piden asilo son imprescindibles para reducir la acumulación de trabajo pendiente o backlog de solicitudes que suman más de tres millones de casos, una dimensión que no es sostenible. 

El expresidente Trump y los republicanos culpan a la administración de Biden por la crisis en la frontera. De hecho, hace unos meses un grupo bipartidista del Senado (con algunos participantes muy conservadores) negoció una propuesta legislativa con cambios en las reglas para procesar las peticiones para dificultar su obtención. Sin embargo, cuando Trump expresó su oposición unos días antes del voto en el Senado, muchos republicanos, para no molestar a Trump y reconociendo que no había posibilidad real de que se aprobara la medida en la Cámara, votaron en contra del compromiso negociado por sus colegas. 

Parece claro que, para los republicanos, es más importante la política electoral que la resolución de la crisis que ellos mismos señalan del rango de seguridad nacional. Trump admitió que prefirió no dar una victoria a los demócratas, que resolver lo que él mismo señala como un gran peligro como la criminalidad de los migrantes. Dada esta situación, y con márgenes mínimos en el Senado (controlado por los demócratas) y la Cámara (controlado por los republicanos), es imposible que haya una solución antes de las elecciones de noviembre.

Desafortunadamente es importante enfatizar que después de las elecciones, la resolución del problema es todavía más improbable. Con la polarización que se vive, si las encuestas no se equivocan y la elección presidencial termina resolviéndose en seis o siete estados, es casi seguro que el nuevo congreso también será un congreso dividido con enormes dificultades para obtener los 60 votos necesarios en el Senado para movilizar una legislación en la materia.

Ahora bien, eso no significa que no haya posibilidades de mejorar la movilidad laboral en Norteamérica o, por lo menos, entre México y Estados Unidos. En el sector agrícola, una de las joyas de la integración regional desde la implementación del tratado de libre comercio, hay oportunidades importantes para reformas ambiciosas. De hecho, la mayoría del cultivo y la cosecha de frutas y verduras en América del Norte se realiza por parte de trabajadores mexicanos, independientemente del país en donde crezca el producto.

En los Estados Unidos hay una escasez de mano de obra en varios sectores, incluso en la agricultura. La American Farm Bureau Federation, una organización sin fines de lucro que representa a agricultores, ganaderos, y a la comunidad rural, estima que en el sector existen 2.4 millones de puestos al año, pero no hay trabajadores suficientes para ocuparlos, además de que el 75% de los trabajadores vienen de México y Latinoamérica. La mano de obra doméstica (ciudadanos o residentes permanentes) que quiere trabajar en el campo no es suficiente para satisfacer la demanda. Algunas estrategias que se pueden implementar para asegurar el abasto de frutas y verduras frescas todo el año, es aumentar la mecanización para cosechar las frutas y verduras, importar mano de obra (bajo el programa de visas temporales H2-A) o importar más productos. Bajo la visa H2-A, jornaleros agrícolas pueden ejercer trabajo de siembra, cultivo y cosecha por un periodo limitado en los Estados Unidos. El empleador debe solicitar un permiso para emplear al trabajador extranjero, y certificar ante el departamento de trabajo (DOL por sus siglas en inglés) que no hay mano de obra doméstica dispuesta de aceptar el puesto. No hay límite en el número de visas H2-A disponibles cada año; en 2022 se emitieron casi 300,000. La expectativa es que el número continuará al alza en los siguientes años, dado que los trabajadores residentes en Estados Unidos (de manera documentada o no) son cada año más viejos y menos productivos, y/o se jubilan.

Aunque no hay límite para el número de visas que pueden ser emitidas, sí hay límites en la capacidad del DOL para aprobar las solicitudes y hacer las inspecciones necesarias para confirmar la necesidad de mano de obra importada y/o verificar el trato digno de los trabajadores. Hay varias reformas legales posibles para eficientar el proceso de solicitud y verificación. Las siguientes reformas podrían ser implementadas en 2025 o 2026, si el Congreso actúa en forma coordinada y prioriza esto en lugar de la política electoral.

Por ejemplo, el DOL podría desarrollar un sistema de calificaciones y permitir que empleadores con calificación “A” certificaran por sí mismos sus necesidades de mano de obra y su compromiso de proporcionar viviendas adecuadas para sus empleados temporales. Los trabajadores que quieran volver a trabajar en esas empresas de calificación “A” podrían obtener visas de entradas múltiples en vez de tener que solicitar una visa cada año. La mayoría de los trabajadores agrícolas no buscan residencia permanente, sino acceso al mercado laboral por un tiempo determinado. Esta medida ayudaría a asegurar la temporalidad del trabajo y del trabajador. Al reducir la cantidad de empresas y viviendas por inspeccionar, el programa podría crecer sin que el personal del DOL tuviera que crecer al mismo ritmo.

Segundo, trabajadores con experiencia y capacidad obtenida por haber contado con una visa H2-A en años anteriores podrían formar grupos completos (con trabajadores, supervisores, choferes, cocineros, etc.) para responder a la demanda en tiempos de cosecha, moviéndose de un rancho al otro, durante la temporada. Las industrias de minería y petróleo funcionan en forma parecida, pudiendo mandar equipos completos a lugares remotos. 

Tercero, DOL podría promover o facilitar el uso de empresas o asociaciones de reclutamiento para empresas pequeñas y medianas que no tengan la infraestructura o experiencia para completar las solicitudes de trabajadores migrantes. Las empresas de reclutamiento más grandes tienen oficinas y políticas de recursos humanos que aseguran un mejor trato para las y los trabajadores y más eficiencia en sus sistemas de revisión y cumplimiento, además las PyMES podrían aprovechar procesos simplificados para emplear trabajadores migrantes en condiciones éticas. Según esta tercera opción, el énfasis cambiaría de la empresa al reclutador o contratista, y sería necesario emitir calificaciones para ellos también.

Los agricultores mexicanos también experimentan escasez laboral, y resienten a sus colegas de Estados Unidos por llevarse a los mejores trabajadores. Dado que buena parte de los cultivos en Estados Unidos y México tienen calendarios complementarios, esta tercera reforma podría aliviar la escasez de mano de obra en ambos países si los reclutadores de H-2A se coordinaran mejor con sus colegas en México.

Históricamente las reformas ambiciosas a la política migratoria terminan por quedar anuladas por la política partidaria y electoral, y en el corto plazo, o hasta las elecciones de noviembre, eso no cambiará. Sin embargo, con la inauguración del nuevo Congreso, podría haber la posibilidad de avanzar nuevas medidas para facilitar la entrada temporal de mano de obra agrícola a Estados Unidos. El resultado, si las y los representantes reconocen la oportunidad, puede ser un sistema ordenado que permita el acceso durante todo el año a comida sana y que permita que trabajadores migrantes contribuyan a la economía y al desarrollo social regional.

Referencias:

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