La Encuesta Nacional de Perspectivas Económicas (ENPE), coordinada por México, ¿cómo vamos? y Reforma, es un esfuerzo para entender las percepciones, afectaciones y evaluaciones hacia autoridades que la población tiene en el eje económico. Uno de los objetivos principales de este ejercicio es conectar los indicadores tradicionales con las opiniones del público.
En un contexto como el de la pandemia, que ha dejado estragos en casi cualquier aspecto de nuestra vida, esta medición cobra una especial relevancia dado que una de las áreas más afectadas ha sido la económica. Indicadores como la Pobreza Laboral retratan una crisis profunda que, entre el último trimestre de 2019 y el último trimestre de 2020, dejó como saldo que se sumaran 4.7 millones de personas a la población que no puede adquirir la canasta alimentaria con el ingreso laboral de su hogar.
No sorprende que, de acuerdo con la ENPE (MCV-Reforma), la evaluación retrospectiva de la economía haya sido mala —tanto la nacional como la personal. La magnitud de personas que evalúan de forma negativa a la economía nacional (60.5%) es mayor que quienes perciben un empeoramiento en su bolsillo (52.8%). A pesar de este deterioro, existe optimismo de que la situación económica mejore en todos niveles, con una ligera tendencia favorable en el nivel egotrópico. Esto puede deberse a que la crisis fue de tal magnitud que cuesta trabajo pensar que se puede estar peor: se tocó fondo.
Lo anterior se explica al observar que el porcentaje que reporta haber sufrido algún estrago económico debido a la pandemia, de forma directa o indirecta por un familiar, fue del 74%. Una gran mayoría de la población vio su vida económica o laboral afectada de forma negativa.
A pesar de este ambiente claramente desfavorable, la evaluación a la gestión del gobierno de López Obrador es buena, tanto a nivel general como de forma específica de la economía. La aprobación presidencial del actual mandatario asciende al 66%. En cuanto al manejo de la economía durante la pandemia las opiniones están más divididas, pues sólo el 49.8% lo califica de forma positiva.
La economía suele ser un tema cercano a la vida de las personas; éstas tienden a atribuirle, al menos en parte, responsabilidad de su desempeño al gobierno. El que no se vea reflejado este “pase de factura” puede ser señal de que la crisis económica, tanto su origen como su desarrollo, se perciba como algo fuera del alcance de acción del gobierno actual.
Este razonamiento de despolitización económica hace mayor eco al analizar las percepciones en cuanto al funcionamiento de la economía actual. El 53.5% de las personas opina que el funcionamiento de la economía genera mayor malestar que bienestar; un porcentaje casi idéntico está en desacuerdo con que tal funcionamiento les deje un mejor futuro a las siguientes generaciones, y dos de cada tres personas está de acuerdo en que la forma en la que la economía funciona actualmente sólo beneficia a una minoría privilegiada. A pesar de detectar estas deficiencias, la mitad de las personas acepta que, aunque el sistema económico actual tiene problemas, éste es mejor que cualquier otro. En este sentido, podría suponerse que las deficiencias económicas se perciben como un mal menor que hay que pagar dada la inexistencia de una alternativa.
Sin embargo, esta visión tan estrecha de la economía, aunque generalizada, está incompleta. Las decisiones públicas, tales como no implementar medidas extraordinarias de reasignación del gasto público para atender los efectos del confinamiento durante una pandemia, sí tienen una consecuencia en la vida de las personas. Si bien es imposible adivinar un fenómeno exógeno como el actual, la forma en la que se actúa desde el sector público sí pudo prevenir, o al menos mitigar, la magnitud de la crisis. Uno de los mejores ejemplos es el caso brasileño, país que incluso redujo la proporción de personas en situación de pobreza por medio de un programa de transferencias directas condicionadas —Bolsa Família.
Dada la percepción de que no existen alternativas en el plano económico, también toca repensar la forma en la que concebimos este sistema que le ha fallado al grueso de la población. En México, ¿cómo vamos? creemos que un primer paso para lograr este ambicioso cometido es acercar la información económica a las personas por medio de mensajes claros. Ésta es una de nuestras contribuciones en la discusión pública para demostrar, con evidencia, que otras formas de economía son posibles.
* Katia Guzmán Martínez (@guzmart_) es coordinadora de datos en México, ¿cómo vamos? y colaboró en el diseño de la Encuesta Nacional de Perspectivas Económicas.