En enero 2021 el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) registró una variación anual de 3.54%, tasa mayor a la registrada al cierre de 2020 (3.15%), de acuerdo con datos del Inegi.
Además, en el primer mes del año la inflación general registrada fue la mayor desde octubre 2020, cuando la tasa anual del INPC fue de 4.09% anual, que si bien dicho nivel salió del rango objetivo de 3.00%, el aumento respondió al rebote en la demanda agregada en el tercer trimestre de 2020 tras la reapertura gradual de la actividad económica.
Dado el nivel alcanzado en el primer mes del año, el #SemáforoEconómico de inflación de México, ¿cómo vamos? pasó a color amarillo, después de registrar dos meses consecutivos en verde; esto se debe a que el indicador se alejó de la meta de 3% (+/ 1%) que establece el Banco de México.
Durante 2020, la inflación se mantuvo dentro de la meta establecida en 9 de los 12 meses del año.
Durante enero, la inflación en el país registró una variación mensual de 0.86%, la más pronunciada para el primer mes del año desde 2017; este incremento de mes a mes observado fue impulsado mayoritariamente por el alza en los precios de los energéticos, los cuales aumentaron 5.23% en enero 2021 respecto a diciembre 2020.
El índice de precios al consumidor, al que el Inegi da seguimiento para medir el alza en la inflación del país está compuesto por dos componentes: el subyacente y el no subyacente. El primero es el que considera los precios de los bienes que no son volátiles, incluyendo mercancías como bebidas, alimentos procesados, y servicios como el pago de vivienda y educación, entre otros.
En enero la inflación subyacente registró un incremento anual de 3.84%, impulsado principalmente por el alza en los precios de alimentos, bebidas y tabaco.
Por su parte, el índice de precios no subyacente– que considera a los bienes con precios volátiles o no estables- registró una inflación anual de 2.63%, tasa mayor a la observada en diciembre (1.18%) y noviembre (2.33%) de 2020; este componente incluye los precios de los energéticos, que en el mes registraron un fuerte incremento (en particular la gasolina de bajo octanaje y el gas doméstico LP), así como los precios de algunos bienes agropecuarios como las frutas y las verduras.
Singularmente, la inflación en el componente subyacente se encontró por arriba de la inflación general de noviembre 2020 a enero 2021, lo cual explica que el aumento sostenido en los precios puede ser explicado en mayor medida por la naturaleza de los bienes y servicios no volátiles.
La importancia del indicador de la inflación que publica el Inegi radica en que muestra cómo se afecta la capacidad de las personas para comprar bienes y servicios con el ingreso que reciben mes a mes. En particular, el componente no subyacente indica como en un mes determinado se pueden observar incrementos relevantes en la canasta de bienes y servicios que consumen los hogares, sobre todo en el precio de los energéticos que a pesar de su volatilidad pertenecen al consumo de primera necesidad de los hogares afectando directamente sus finanzas.
El seguimiento a la trayectoria de la inflación es fundamental para entender los cambios en el poder adquisitivo de las mexicanas y mexicanos, ya que el ingreso de los hogares no cambia con la misma magnitud ni frecuencia que la inflación, por lo que éstos ven afectada su capacidad de adquisición de bienes y servicios.
El Banco de México, organismo constitucionalmente autónomo, tiene precisamente la tarea de mantener la trayectoria de la inflación en un nivel estable, en particular en un rango de 3% (+/-1%), para preservar el poder de compra de las personas. La relevancia de este objetivo responde a la necesidad de identificar los costos económicos y sociales que resultan de periodos de alta volatilidad en los precios de los bienes y servicios.
Una inflación elevada e inestable afecta directamente en el bienestar de la población, ya que un aumento generalizado en los precios se traduce en que todo se vuelva más caro y, por ende, los salarios que perciben los trabajadores alcancen para comprar menos cosas.
Lo anterior afecta sobre todo a la población con menores ingresos, ya que este grupo destina una mayor parte de los recursos del hogar a cubrir sus necesidades fundamentales. De ahí que altos niveles de inflación tienen un mayor impacto, pues su consumo de bienes y servicios de primera necesidad se ve mayormente afectado. De esta forma, estas familias se enfrentan a un entorno mucho más incierto a la hora de tomar decisiones de consumo y ven disminuida su capacidad de ahorro.
En el agregado, un nivel elevado y volátil de la inflación se traduce también en un obstáculo para la inversión, pues la incertidumbre sobre el comportamiento de los precios a nivel nacional afecta los planes de los diferentes agentes económicos del país -ya sean inversionistas privados, empresas o personas. Además, un entorno de alta volatilidad de la inflación tiene repercusiones en el sistema financiero, ya que aumenta el riesgo para los bancos al momento de otorgar créditos y préstamos a las empresas y las personas, pues la incertidumbre podría ocasionar un mayor incumplimiento en el pago de éstos.
Como herramienta principal para mantener a la inflación en un nivel cercano a la meta de 3% (+/-1%), el Banco de México usa a su tasa de interés, la cual funciona como referencia para las instituciones financieras y bancos del país, y tiene un impacto directo sobre las tasas de interés que las personas y las empresas pagan por los créditos que solicitan.
Cuando la tasa de interés aumenta, el ahorro se vuelve más atractivo que el consumo, y personas y empresas deciden adquirir menos bienes; ante un menor consumo de familias y empresas, la inflación comienza a descender.
En 2020, en el contexto de una crisis económica y sanitaria, de incertidumbre financiera en el país y en el mundo, y de una menor capacidad de las personas para consumir bienes en el mercado interno, el Banco Central de México recortó su tasa de interés de referencia 7 veces consecutivas entre febrero y septiembre, continuando con una trayectoria de recortes iniciada a finales de 2019; sin embargo, desde noviembre 2020 la tasa se ha mantenido en un nivel de 4.25%.
Con una inflación general aún dentro del rango de la meta de Banxico en enero, pero con un entorno económico todavía volátil, el Banco de México anunciará su primera decisión de política monetaria del año este jueves 11 de enero.