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Hablemos de la población no disponible para trabajar

  • 6 de cada 10 personas no disponibles para trabajar son personas dedicadas a los quehaceres del hogar. Esta condición de inactividad y otros inactivos sufrieron de un aumento atípico durante el primer año de pandemia, con la diferencia que quienes se dedican al trabajo del hogar no remunerado continúan creciendo y quienes se encuentran inactivos por otra razón, disminuyen.
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FOTO: GRACIELA LÓPEZ /CUARTOSCURO.COM

La semana pasada se actualizó la información acerca del mercado laboral en México a partir de la publicación de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE-INEGI). Uno de los hallazgos más relevantes fue que el 84% de las personas que salieron de la fuerza laboral, entre el primer trimestre de 2020 y el primer trimestre de 2021  —es decir, de quienes están ocupadas en un empleo o buscan estarlo de forma activa—, fueron mujeres. Este dato dio pie a malas interpretaciones, pues hubo quien aseguró que “el 84% de las personas que perdieron su empleo fueron mujeres”.

Si bien el cambio porcentual de quienes dejaron de estar ocupados en un empleo fue de casi el triple para mujeres que para hombres, la razón por la que las mujeres no se incorporan o les cuesta más trabajo permanecer en la fuerza laboral es un factor estructural e histórico: el trabajo del hogar no remunerado. Por eso es que hay que hablar de la población no disponible para trabajar.

La población no disponible para trabajar se compone de todas las personas que por alguna u otra razón no buscan un trabajo. Los motivos son varios, pero los principales son que se tratan de personas que estudian, jubiladas o pensionadas, incapacitadas permanentes, o personas dedicadas a los quehaceres domésticos.

Al hacer un análisis general se observa que 6 de cada 10 personas no disponibles son personas dedicadas a los quehaceres del hogar. Además, sólo esta condición de inactividad y otros inactivos sufren de un aumento atípico durante el primer año de pandemia. La diferencia entre estas dos condiciones es que quienes se dedican al trabajo del hogar no remunerado continúan creciendo; quienes se encuentran inactivos por otra razón, disminuyen.

Un análisis del mercado laboral sin desagregar por género es un análisis incompleto. Al examinar esta variable, se estima que por cada hombre que es parte de la población no disponible hay 2.5 mujeres. Si a esto se le agrega la condición de no disponibilidad es posible observar que la gran desigualdad está en quienes se dedican a los quehaceres del hogar no remunerados. Además de que esta diferencia es histórica y parece no cambiar mucho con el paso del tiempo, la pandemia parece haber tenido un efecto diferenciado y desigualador.

Con este panorama, vale la pena preguntarse ¿cuáles son los efectos que esto tiene sobre la economía de los hogares y del país? A continuación se listan tres consecuencias.

Primero, el trabajo del hogar (y de cuidados) no remunerado representa una barrera de entrada al mercado laboral y al empleo pagado para las mujeres. La tasa de participación laboral en México es muy baja en comparación con países de América Latina y de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). En términos de crecimiento, la baja participación laboral de las mujeres le cuesta a México 22% del PIB.

Segundo, la inexistencia de un sistema nacional de cuidados y el alcance limitado de la infraestructura de cuidados existentes refuerza los estereotipos a razón de género en los que se basan que las mujeres le dediquemos el doble a las tareas domésticas, en comparación con los hombres. La doble jornada laboral es un hecho para las mujeres ocupadas. Además el tiempo destinado a estas tareas aumenta si hay uno(a) o más niñes en el hogar.

Por último, al estimar la suma de ingresos potenciales que las mujeres no ocupadas por dedicarse exclusivamente al trabajo del hogar y de cuidados no remunerado se estiman en 92,863 MDP. Esta cifra es equivalente a que se sumara todo el dinero público destinado al Tren Maya y a la refinería Dos Bocas y se le añadiera el 50% del presupuesto de Santa Lucía para el ejercicio de 2021.

Esta estimación prueba que no sólo el país se beneficiaría, en materia de crecimiento económico, al incorporar a las mujeres al empleo, sino que el trabajo que realizan en el hogar es muy valioso. Reconocer que el trabajo del hogar es trabajo y medir su valor debe ser un compromiso de quienes nos dedicamos al estudio de la economía.

Te invitamos a leer este artículo en Animal Político.

* Katia Guzmán Martínez (@guzmart) es coordinadora de Datos en México, ¿cómo vamos?Lo que hacemos en Animal Político requiere de periodistas profesionales, trabajo en equipo, mantener diálogo con los lectores y algo muy importante: independencia. Tú puedes ayudarnos a seguir. Sé parte del equipo. Suscríbete a Animal Político, recibe beneficios y apoya el periodismo libre.

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