La mayor parte de la inflación que los consumidores han experimentado en los últimos dos años se atribuye a choques exógenos en las cadenas de suministro causadas por la pandemia, la guerra en Ucrania y las políticas de “Covid cero” en China. Dada la recuperación económica al tercer trimestre de 2022, el alza en las tasas de interés durante el año, las políticas públicas asociadas a evitar el incremento de precios y la disminución de las presiones de la cadena de suministro global desde el 2021, sería razonable esperar que el ritmo de la inflación comience a decrecer en los próximos meses. Esto implicaría disminuciones en el precio de los bienes de una magnitud alta, pero temporal corrigiendo los también amplios aumentos de precios registrados durante este año, regresando a las tendencias registradas antes de la pandemia a medida que los efectos de estos choques se disipen por completo.
Sin embargo, los datos del INPC de los últimos meses señalan que la inflación no cede, y aunque esta probablemente alcanzó su máximo la segunda quincena de octubre, las presiones del componente subyacente han demostrado ser persistentes a pesar de la normalización de la actividad económica. Por lo tanto, es pertinente analizar si la disminución de la inflación ocurrirá antes de que se modifiquen las expectativas de largo plazo. Es decir, si la inflación general se normalizará antes de que los trabajadores, empresas y consumidores decidan que necesitan alterar sus comportamientos para protegerse del riesgo de una inflación permanente. Para esto, es importante observar la evolución de los salarios reales de los trabajadores, ya que en estas negociaciones se reflejan las creencias de los empleadores y empleados sobre los ingresos futuros y también afectan la trayectoria del gasto de toda la economía en general.
Desde un punto de vista pesimista, la desaceleración de la inflación requerirá una recesión económica, pues solo en el caso de un aumento significativo y sostenido del desempleo se reducirá la competencia de las empresas por los trabajadores y eliminará la presión al alza sobre los salarios. Esto porque si las empresas comienzan a creer que los costos van a seguir aumentando a tasas impredecibles y aceleradas, en lugar de centrarse en cómo satisfacer la demanda, se preocuparán más por cubrir su riesgo de inflación y evitarán invertir en proyectos de largo plazo.
En México, en los últimos meses se ha dado un segundo aumento en las tasas de inflación anual de algunos tipos de servicios representativos de la economía interna, que durante la pandemia disminuyeron sus precios y después aumentaron durante la reapertura. En el caso del precio de los hoteles, que en promedio disminuyeron a una tasa anual del 7% de abril de 2020 a mayo de 2021, aumentaron más del 6% durante la reapertura de junio a diciembre de 2021, y se dispararon a más de 12% de enero a octubre de 2022. Otros servicios como restaurantes y loncherías que no tuvieron una disminución tan grande de precios durante la pandemia han aumentado su tasa de inflación a más de 10% durante los últimos meses de 2022.
En este caso, aunque aún sería posible el controlar la inflación sin tener una afectación importante en la tasa de crecimiento económico del país, esto se volvería improbable. La factibilidad de este escenario se explica porque en el Banco de México, siguiendo a la Reserva Federal, continúe previendo el endurecimiento de las condiciones financieras para obligar a los consumidores y las empresas a reducir el gasto.
La alternativa sería plantear a los aumentos salariales como incrementos únicos asociados con la pandemia y la reapertura de actividades económicas. En México se han logrado importantes revisiones al alza en el salarío mínimo durante la presente Administración; si bien se debe garantizar el poder adquisitivo de los salarios, esto debe ir acompañado de estrategias que detonen la productividad e incentiven la formalidad del empleo. En el resto del mundo, el cierre de negocios y los despidos asociados a la pandemia se compensaron con un aumento en la formación de empleo y recontratación durante 2021 y 2022, con millones de trabajadores trasladándose entre industrias e impulsando el aumento de los salarios nominales. Bajo este segundo escenario, la rotación laboral genera un efecto temporal en el aumento de los precios generales, lo que conducirá a una desaceleración tanto en el salario nominal de los trabajadores como en la inflación subyacente, sin necesidad de que exista forzosamente una recesión.
Al igual que en el primer escenario, hay indicios de que esto puede ocurrir. En Estados Unidos, la dinámica empresarial, definida como el neto entre la entrada y salida del mercado laboral, se ha estabilizado en la mayoría de los sectores. De acuerdo con los datos del BLS y el Census Bureau, en términos del mercado de bienes, los datos de las empresas indican que el costo de los insumos físicos, los costos de transporte y las tenencias de inventario de las empresas mayoristas se ha normalizado con respecto al año pasado, mientras que con respecto al mercado laboral la tasa de abandono laboral está bajando con respecto a los niveles de inicio de año.
Sin embargo, este escenario requerirá más que la continua normalización de los sectores de manufactura y transporte, y la dinámica de la evolución de los salarios en los próximos meses será clave para la interpretación de este resultado. Además, lo anterior haría que la inflación pareciera más lenta que la tendencia determinada por las condiciones internas de la economía. Así como habría sido erróneo concluir que si la tasa de inflación anual del INPC durante 2022 llegó a 8.8% en septiembre de 2022 fue un reflejo de las condiciones internas, también podría ser erróneo ver una fuerte desaceleración de la inflación como una señal de que el gasto y la producción han vuelto a su equilibrio.
En perspectiva del planteamiento de estos escenarios, es probable que se pueda lograr la disminución de la inflación sin una afectación grave al empleo y al crecimiento de la economía, y que los diseñadores de políticas en el Banco de México y en el gobierno deberían continuar apuntando hacia este resultado, pero debe continuar contemplándose la posibilidad de una afectación real en la economía que incluya una recesión.
Te invitamos a leer este artículo en Animal Político.
* Isaac Guzmán Valdivia Tovar (@iguzmanv) es Maestro en Políticas Públicas por la Universidad de Carnegie Mellon, así como Economista y Politólogo por el ITAM. Trabaja en analítica de datos e imparte cursos de macroeconomía en el ITAM y es Experto México, ¿cómo vamos?