Cada fin de mes, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público publica un informe que, para muchos, pasa desapercibido: el reporte de finanzas públicas. Se trata de un documento técnico, con tablas, cifras en miles de millones de pesos y conceptos que suenan lejanos, como “Requerimientos Financieros del Sector Público” o “Balance Primario”. Pero detrás de esa maraña de números está el termómetro de la salud fiscal del país. Y si bien parece un tema exclusivo para especialistas, en realidad tiene mucho que ver contigo, conmigo y con el rumbo económico de México.
En este texto quiero explicarte por qué vale la pena seguir de cerca las finanzas públicas y, sobre todo, cómo entender el famoso “déficit fiscal”, que a menudo se presenta como una cifra única, cuando en realidad es el resultado de distintos componentes que se mueven cada mes y que reflejan las decisiones —y limitaciones— del gobierno.
¿Qué son las finanzas públicas?
Las finanzas públicas reflejan, en términos simples, el balance de los ingresos y gastos del Estado. Así como en cualquier hogar se administra un presupuesto mensual, el gobierno federal también debe balancear cuánto entra (vía impuestos, ingresos petroleros, ingresos de empresas públicas, etc.) y cuánto sale (en pensiones, salud, educación, infraestructura, sueldos, programas sociales, etc.).
Cuando los ingresos no alcanzan para cubrir los gastos, el gobierno incurre en un déficit, y para cubrirlo tiene que endeudarse. Si, por el contrario, los ingresos son mayores que los gastos, se registra un superávit. El punto clave es que el déficit no es necesariamente malo, pero su tamaño, su persistencia y su composición sí importan.
¿Qué es el déficit fiscal?
El déficit fiscal más común que reporta Hacienda se llama Requerimientos Financieros del Sector Público (RFSP). Es la medida más amplia del balance del gobierno federal y sus empresas, e incluye todos los ingresos y egresos que afectan directamente la necesidad de endeudarse.
Este déficit se calcula sumando o restando los saldos de cuatro grandes componentes:
- El gobierno federal: es la parte más grande y conocida. Aquí se agrupan los ingresos tributarios (como el ISR o el IVA), los subsidios, el gasto social, los proyectos de infraestructura y el costo de su deuda pública.
- Pemex: aunque es una empresa estatal, sus ingresos y gastos afectan directamente al déficit. Si Pemex tiene pérdidas o requiere apoyos, eso se refleja en las cuentas públicas.
- CFE: La Comisión Federal de Electricidad también es una empresa estatal. Si bien sus finanzas han sido más estables que las de Pemex, también representa un foco fiscal si tiene pérdidas operativas o enfrenta mayores costos.
- Organismos y otras entidades: Incluye una gran diversidad de entidades, como el IMSS, el ISSSTE y muchas otras a nivel federal. Algunas de estas entidades tienen ingresos propios, pero también pueden requerir subsidios o transferencias.
El déficit fiscal es, por tanto, una fotografía del conjunto. No basta con saber si el gobierno federal gasta mucho o poco: hay que entender cómo se comportan también sus empresas y organismos. En años recientes, por ejemplo, Pemex ha tenido déficits importantes que han opacado los esfuerzos del gobierno federal por contener el gasto.
¿Por qué importa?
Seguir el déficit fiscal es importante por varias razones:
- Estabilidad económica: un déficit muy grande puede generar presiones sobre la deuda pública. Si el gobierno se endeuda demasiado y sin control, los inversionistas pueden exigir tasas más altas o incluso desconfiar del país, como ha pasado en otras economías de América Latina.
- Sostenibilidad del gasto social: para financiar programas sociales, becas, pensiones o infraestructura, se necesitan ingresos estables. Si el déficit crece demasiado, el gobierno puede verse obligado a recortar gasto, aumentar impuestos o endeudarse más.
- Confianza y transparencia: las finanzas públicas son uno de los principales indicadores que vigilan organismos internacionales, calificadoras de riesgo o inversionistas. Pero también deberían importarle a la ciudadanía. Seguir estos datos ayuda a exigir cuentas claras y decisiones responsables.
¿Cómo van las finanzas públicas en 2025?
Al corte de abril de 2025, las finanzas públicas de México muestran señales mixtas. Por un lado, los ingresos públicos han crecido por encima de lo esperado, sobre todo gracias a una buena recaudación de impuestos como el IVA y el ISR. Esto ha permitido que el gobierno mantenga el control del gasto y registre un déficit menor al programado.
Pero hay focos amarillos: Pemex ha vuelto a registrar pérdidas importantes. La empresa reportó un déficit financiero de más de 40 mil millones de pesos en el primer cuatrimestre del año, lo que revierte el superávit que había tenido en el mismo periodo de 2024. Esta caída se explica por una combinación de menor producción petrolera, precios más bajos y el fin de los apoyos fiscales extraordinarios que recibió el año pasado.
El gobierno insiste en que mantendrá su meta de déficit para este año, que ronda entre 3.9 y 4.0 % del PIB. Para lograrlo, tendrá que mantener ingresos fuertes, contener el gasto y evitar presiones adicionales por parte de sus empresas públicas.
¿Qué podemos hacer como ciudadanos?
Es fácil pensar que estos temas no tienen que ver con nosotros. Pero la realidad es que las decisiones fiscales afectan muchas áreas de nuestra vida diaria: desde la calidad de los servicios públicos hasta los precios, los empleos y el crecimiento económico.
Aquí algunas formas en que podemos involucrarnos:
- Exigir transparencia: preguntar cómo se están utilizando los recursos públicos, cómo se financian los programas y si hay resultados tangibles.
- Seguir los reportes mensuales: aunque son técnicos, muchas instituciones (como centros de investigación, medios o incluso cuentas especializadas en redes sociales) los traducen en mensajes claros. Una ciudadanía informada puede generar presión positiva para mejorar la gestión pública.
- Participar en el debate fiscal: las decisiones sobre impuestos, deuda y gasto no deberían quedarse sólo en manos de tecnócratas. Todos deberíamos poder opinar sobre qué se prioriza y cómo se distribuyen los recursos.
Conclusión
Las finanzas públicas no son un tema lejano ni exclusivo de economistas. Son el reflejo de las decisiones más importantes del gobierno y, en última instancia, determinan qué tanto podemos aspirar a un país más justo, sostenible y con mejores oportunidades para todos. Entender el déficit fiscal no como una sola cifra, sino como el resultado de muchas piezas en movimiento, es el primer paso para exigir cuentas y construir una ciudadanía fiscalmente responsable.
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* Víctor Gómez Ayala (@Victor_Ayala) es Economista en Jefe de Finamex Casa de Bolsa, Fundador de Daat Analytics y experto México, ¿cómo vamos?