El valor económico de los bienes y servicios que se generan en un país, estado o región se mide a través del Producto Interno Bruto (PIB). Por tanto, es una medida aproximada de la riqueza o ingreso que potencialmente podría repartirse entre los habitantes de una región y traducirse en mayores niveles de bienestar.
En 2021, el PIB en México ascendió a 24 225 440 millones de pesos. Las tres regiones que tienen mayor peso en el PIB nacional son: el Valle de México (30.8 %), el Norte (14.9 %) y el Bajío (11.1 %). Y, si bien la región Occidente ocupa el cuarto lugar (11.0 %), la diferencia con el Bajío es tan sólo de 0.1 %.
La región Occidente está integrada por Jalisco, Michoacán, Nayarit y Colima, estados que no sólo comparten una cercanía geográfica, sino también una estructura económica caracterizada por actividades de la industria alimentaria, la electrónica y el comercio. Jalisco destaca con una mayor aportación al PIB regional con 65.7 % (1 759 742 mdp), seguido por Michoacán con 22.2 % (596 442 mdp), Nayarit con 6.5 % (173 938 mdp), y Colima con 5.4 % (145 781 mdp).
Si bien el PIB es una condición necesaria para fomentar el progreso social, no es una medida adecuada para conocer el nivel de bienestar de la población. En cambio, el Índice de Progreso Social (IPS) es una manera holística de cuantificar el desempeño social ya que contempla tres dimensiones del bienestar complementarias al ingreso: Necesidades Humanas Básicas, Fundamentos del Bienestar y Oportunidades. En su conjunto, estas dimensiones miden aspectos como el valor de la educación y de la salud, las condiciones medioambientales y de la vivienda, el acceso y disponibilidad de agua, la libertad de elección, la posibilidad de vivir en espacios públicos seguros, etc.
Los valores del IPS cercanos a 0 representan mal desempeño, mientras que los valores cercanos a 100 indican buen desempeño. De un total de nueve regiones, la región Occidente se ubica en el número seis con un IPS promedio de 63.7. Y, si bien esta región no es de las mejor posicionadas, supera el IPS nacional de 62.9.
Al comparar el IPS de la región Occidente en cada una de sus dimensiones, se observa que en términos de Oportunidades (56.9) y de Necesidades Humanas Básicas (71.2) la puntuación promedio es superior al nivel nacional. No obstante, en Fundamentos del Bienestar —que toma en cuenta el acceso a conocimientos básicos y a la información, la calidad de la educación, del medio ambiente y de la salud— su desempeño está por debajo del promedio nacional (62.8).
Según el Índice de Progreso Social, Jalisco destacó porque, junto con Aguascalientes y Yucatán, fue una de las entidades que obtuvo un desempeño en progreso social mayor al esperado según su nivel de ingresos. En 2020, su PIB per cápita fue de 133 857 pesos y con ello alcanzó un IPS de 69.02.
Dentro del Occidente, el estado mejor posicionado después de Jalisco fue Colima, con un IPS de 64.58, seguido por Nayarit y Michoacán con un IPS de 62.64 y de 58.76, respectivamente. Aunque esta región no es la peor posicionada en términos de progreso social, es necesario poner atención en algunas debilidades que enfrentan algunos estados. Colima, por ejemplo, ocupa los últimos lugares en Seguridad Personal debido a que tiene una alta incidencia en homicidios por cada 100 000 habitantes (lugar 30) y crimen organizado (lugar 28); en Nutrición y cuidados básicos, presenta una alta tasa de mortalidad por enfermedades infecciosas (lugar 28), y tiene limitado acceso a Conocimientos básicos debido a que presenta una baja matriculación en preescolar y primaria (lugar 28 y 32 respectivamente); cabe mencionar que la Calidad medioambiental también es deficiente ya que presenta altas emisiones de CO2 (lugar 28).
Michoacán también presenta focos rojos en la tasa de homicidios (lugar 25) y, a diferencia de Colima, la peligrosidad se refleja en los accidentes fatales en tránsito (lugar 21). Este estado ocupa la última posición en matriculación y paridad de género en la educación secundaria. Además, en términos de salud y bienestar, deben focalizarse esfuerzos para disminuir la tasa de suicidios (que ubica a la entidad en el lugar 22) y aumentar los derechos personales, sobre todo en fomentar la participación electoral.
Nayarit, por su parte, presenta retos importantes en la dimensión de Fundamentos de bienestar, ya que tiene baja matriculación en educación primaria (lugar 29), alta tasa de suicidios (lugar 18) y alta prevalencia de obesidad (lugar 17).
Pese a que Jalisco tiene un mejor desempeño en casi todas las dimensiones en comparación con el resto de las entidades de la región, la falta de oportunidades aqueja su la población. Por ejemplo, en términos de derechos personales, existe una alta percepción de corrupción de la ciudadanía en las instituciones que imparten justicia (lugar 31); también hay una deficiente libertad personal, ya que parte de la población ocupada tarda más de dos horas en trasladarse a su trabajo (lugar 31); existe una tasa de informalidad laboral media (lugar 15) y, en términos de acceso a la educación superior, falta incrementar la presencia de mujeres en las universidades para mejorar la paridad de género, ya que la entidad se posiciona en los últimos lugares (lugar 29).
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Grissel Olivera-Martínez
Doctora en Ciencias Económicas por la Facultad de Economía de la Universidad Autónoma de Nuevo León, y maestra en Economía Aplicada por El Colegio de la Frontera Norte. Es investigadora Nivel I del Sistema Nacional de Investigadores.
Este texto es una colaboración entre México, ¿cómo vamos? y nexos.