Querétaro, estado del Bajío donde habita el 2 % de la población del país y que aporta 2.3 % del PIBnacional, ha tenido poca alternancia política en los últimos años. En 1997 se rompió la racha de 67 años de supremacía del PRI, que había gobernado el estado desde 1930. La alternancia llegó al estado en los noventa, con una mayoría de administraciones panistas, exceptuando el sexenio 2009-2015, en el cual gobernó el priista José Calzada Rovirosa. ¿Esto importa en realidad?, ¿la llegada de una alternancia política es lo que necesitaba el estado?, ¿fue notorio este cambio? ¿O realmente no importa el partido que represente el gobernador en turno, puesto que el estado ha sufrido un deterioro independientemente de quién esté al frente de la toma de decisiones? Voy a dejar que los datos hablen por sí solos y que cuenten la historia.
En los últimos 15 años, Querétaro ha registrado un crecimiento económico modesto, de 2.9 % anual, pero mayor al observado a nivel nacional de 1.3 % anual. No suena mal: el desempeño económico de la entidad se encuentra por encima del nacional en un horizonte de tiempo que incluye dos crisis económicas, la segunda aún latente. En los sesenta trimestres considerados, sólo en doce hubo tasas negativas de crecimiento económico, lo que indica que el estado tiene una economía resiliente. Si lo comparamos con otros estados del Bajío, el desempeño económico de la entidad es superior a todas las entidades que componen la región con excepción de Aguascalientes, que registró un crecimiento anual de 3.3 % en los últimos quince años. Esto ya presenta un panorama más completo y puede concluirse que, en efecto, la economía queretana se ha mantenido de pie en los últimos años debido a que el 30 % de su actividad económica total está concentrada en el sector manufacturero, que es el que más aporta al Producto Interno Bruto nacional.
¿Cómo se vislumbra el entorno laboral que ofrece la entidad? En cuanto a los niveles de informalidad, en los últimos quince años Querétaro ha registrado una tasa por debajo de la nacional. Puntos a favor para la evolución económica de la entidad, puesto que una baja tasa de informalidad habla de mejores condiciones generales de empleo, estabilidad financiera de las empresas como empleadoras y de los hogares queretanos. Respecto a los niveles de pobreza laboral, en promedio, también ha sido más baja que la padecida a nivel nacional. En los últimos quince años, la proporción de la población que vive en un hogar donde los ingresos laborales no son suficientes para adquirir la canasta alimentaria básica fue 3.3 % menor al nivel nacional. A pesar de que el desempeño queretano resulta mejor que el del país, un tercio de la población en el estado vive en hogares donde no pueden comprar suficiente comida con su ingreso laboral. El estado, en este rubro, está “menos peor” —nada más.
Una medida del bienestar que debe considerarse es el nivel de progreso que existe en la entidad. Los resultados del Índice de Progreso Social México miden el desarrollo de cada entidad federativa a través de 55 variables diferentes en tres grandes pilares: necesidades humanas básicas, fundamentos del bienestar y oportunidades. El conjunto de estas variables, y la forma en que están agrupadas, reflejan la calidad de vida que tienen los habitantes, no sólo en Querétaro sino en cada estado de la República. El caso de Querétaro, sin embargo, fue quizás el peor entre 2019 y 2020, puesto que perdió cinco posiciones. Querétaro pasó de ser el segundo estado con mayor progreso social al séptimo en tan sólo un año —la mayor caída entre todas las entidades federativas en el periodo. Y aunque la posición siete de 32 no es mala por sí misma, es desafortunado haber caído cinco escalones en doce meses, más aún en un año donde sólo dos estados retrocedieron en puntaje (Zacatecas, además de Querétaro), ocho aumentaron y 22 no mostraron cambios significativos. Afortunadamente, el Índice ofrece información detallada sobre cuáles fueron las variables que empeoraron, mejoraron o se mantuvieron sin cambios. En concreto, Querétaro muestra retrocesos en cuanto al acceso a la alimentación, en los índices de mortalidad por enfermedades infecciosas, y en los niveles de crimen violento y crimen organizado, entre otras.
Esta radiografía del estado muestra que los datos económicos cuentan una historia y los resultados de progreso social cuentan otra. Los buenos y malos resultados pueden ser atribuidos a los gobernantes de dicha entidad y a sus partidos políticos, al empresariado —sólido en más de una variable, pero extorsionado en otras— y a factores externos —crisis mundiales, desaceleraciones económicas a nivel nacional, devaluaciones, etc.—. El reto para las y los candidatos a la gubernatura en esta elección y la responsabilidad de todas y todos los habitantes del estado está en reconocer sus necesidades y urgencias para poder ofrecer soluciones y exigirlas, respectivamente. Un gobernador jamás podrá atender los problemas de su estado sin conocerlos. No podemos, como queretanos y queretanas, sustentar nuestra decisión electoral del próximo 6 de junio sin contrastar hechos y datos; la evolución del estado en los próximos años está de por medio.
Te invitamos a leer este artículo en Nexos.
Paulina Agudelo
Estudió Economía en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM). Ha trabajado en el sector de bienes raíces como analista financiero en la desarrolladora O&G Development. Actualmente, es investigadora en México, ¿cómo vamos?
