Este lunes 20 de enero de 2025 marca el inicio del segundo mandato de Donald Trump como presidente de Estados Unidos, un hecho que redefine el panorama político, social y económico de Norteamérica. Para México, su principal socio comercial, este periodo plantea retos significativos en temas cruciales como seguridad, migración y comercio. Sin embargo, también abre la puerta a oportunidades estratégicas que podrían posicionar a la región como un bloque más competitivo frente al ascenso de China.
Lo bueno: la integración comercial en Norteamérica
Desde la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en la década de 1990 y su evolución hacia el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC/USMCA/CUSMA) en 2020, las cadenas de valor entre México, Estados Unidos y Canadá han desarrollado una interdependencia única que ha contribuido al crecimiento económico regional. En 2024, Norteamérica representó el 29 % del PIB mundial, una muestra del éxito de esta integración. No obstante, esta prosperidad depende de la colaboración continua entre los tres países y del respeto al marco regulatorio del tratado.
La revisión sexenal del T-MEC, programada para 2026, será una prueba crítica para determinar la continuidad del acuerdo. México debe prepararse para demostrar la importancia de la integración comercial de la región para mantenerse como líder global frente a su creciente déficit comercial con Asia.
Lo malo: seguridad y fentanilo en la agenda bilateral
La seguridad pública es uno de los mayores desafíos internos de México y un punto de presión en la relación bilateral. La estrategia nacional, presentada por la presidenta Claudia Sheinbaum, busca atender problemas urgentes como la producción de fentanilo, un tema prioritario para Washington. Aunque se han logrado avances, como el decomiso histórico de más de una tonelada de esta sustancia en diciembre de 2024, queda mucho por hacer. El éxito dependerá de una cooperación efectiva con Estados Unidos y Canadá para hacer frente a este tema.
Además, México requiere atender el problema de inseguridad en el país con una estrategia de enfoque regional, no solo por ser parte de las demandas de Estados Unidos, sino reconociendo la importancia de la seguridad pública para la calidad de vida de los mexicanos y para lograr la prosperidad compartida.
Lo feo: la declaración de crisis migratoria en la frontera sur de Estados Unidos
El anuncio de deportaciones masivas por parte del gobierno de Trump pone a México en una posición delicada. Con recursos limitados y una estrategia poco clara, el Instituto Nacional de Migración enfrenta una posible crisis humanitaria y logística. Es urgente que el gobierno mexicano no solo incremente su presupuesto para gestionar esta situación, sino que también implemente políticas integrales que garanticen los derechos humanos de los migrantes y su reintegración en la economía nacional.
La oportunidad: innovar para liderar en tecnología avanzada
Norteamérica depende en gran medida de Asia para insumos estratégicos en tecnología avanzada. México tiene una oportunidad única para fortalecer su posición como proveedor clave en sectores de alto valor agregado, como la fabricación de componentes electrónicos, prioridades del Plan México. Esto no solo aumentaría los salarios y la productividad en el país, sino que también reduciría la dependencia de la región frente a China. Sin embargo, alcanzar este objetivo requerirá avances significativos en infraestructura, certeza jurídica y capacitación laboral. En particular, es necesario desplegar esfuerzos importantes para atender los retos en materia de energía y agua suficiente para los procesos productivos.
Un llamado a la cooperación estratégica
Los desafíos que plantea el regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos no solo deben interpretarse como una amenaza, sino también como una oportunidad para que México asuma un papel más activo y visionario en el marco del T-MEC. La integración comercial, cooperación en seguridad y gestión migratoria requieren respuestas que equilibren los intereses de Norteamérica con las necesidades específicas de cada país. Para México, esto significa priorizar una estrategia económica que refuerce el Estado de derecho, fomente la inversión y eleve la productividad en sectores estratégicos, al tiempo que se protegen los derechos humanos y se incremente el progreso social.
En el nuevo contexto global, la colaboración entre los socios del T-MEC será esencial para que Norteamérica mantenga su competitividad y prosperidad. México debe priorizar el diálogo con sus socios comerciales para articular una respuesta estratégica que haga frente a los desafíos inmediatos mientras construye un futuro más resiliente y sostenible para el país y la región.
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*Adriana García Hernández (@adri_35) estudió la maestría en Gobierno y Transformación Pública en el Tecnológico de Monterrey y la licenciatura en economía en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), especialista en temas de finanzas públicas e indicadores macroeconómicos. Ha laborado en la SHCP, así como en PEMEX. Actualmente, es Coordinadora de Análisis Económico en México, ¿cómo vamos?