Una de las grandes lecciones aprendidas durante la pandemia de COVID-19 fue la necesidad de contar con indicadores precisos y recurrentes que nos permitieran evaluar el impacto de la emergencia sanitaria en distintos aspectos de la vida de las personas. Al medir el golpe, se podrían detectar diversos problemas públicos —algunos no tan obvios, como la sobrecarga de trabajos del hogar y de cuidados para las mujeres durante los periodos de confinamiento, por poner un ejemplo.
Precisamente motivadas por lo anterior, desde México, ¿cómo vamos?, junto con la iniciativa Social Progress Imperative, decidimos no solo actualizar la información correspondiente al Índice de Progreso Social (IPS) subnacional 2020, sino construir una serie de información retroactiva que, a partir de 2015, nos permitiera observar qué tan buen o mal desempeño tuvieron las entidades federativas previo a la emergencia sanitaria, anticipando que esta significaría un retroceso sustancial.
El Índice de Progreso Social (IPS) es la primera medición holística del desempeño social de un país que es independiente de factores económicos. El Índice está basado en un rango de indicadores sociales y ambientales que capturan tres dimensiones del progreso social: Necesidades Humanas Básicas, Fundamentos del Bienestar, y Oportunidades.
Aunque esta medida es independiente de indicadores económicos, no busca reemplazarlos sino complementarlos. Su propósito principal es evaluar aquellas preguntas que realmente importan en la vida de las personas: ¿tengo un hogar que me brinde protección? ¿Tengo suficiente para comer? ¿Tengo acceso a educación?
En 2020, el puntaje del IPS se estimó en 63.2 de 100 posibles. Este es el tercer mejor año desde que se tiene registro, sin embargo, significa un retroceso de 0.2 puntos en comparación con 2019. Las cinco entidades con mejor desempeño son: Nuevo León, Querétaro, Aguascalientes, Ciudad de México y Yucatán. Por otra parte, las cinco entidades con peor desempeño son: Tabasco, Veracruz, Oaxaca, Chiapas y Guerrero —estas tres últimas han sido las de desempeño más bajo desde que se tiene registro.
El saldo de la pandemia: un vistazo a la medición de la catástrofe
Entre 2019 y 2020, dos terceras partes de las entidades sufrieron una disminución en la estimación de su Índice de Progreso Social. Las más afectadas fueron Ciudad de México (con una pérdida de 3.18 puntos), Oaxaca y San Luis Potosí.
En cuanto a las tres dimensiones que componen el Índice, la puntuación en dos de estas también disminuyó en el agregado nacional: Necesidades Humanas Básicas y Fundamentos del Bienestar. Solo la dimensión de Oportunidades registró un incremento, tanto a nivel nacional como en cada una de las entidades federativas.
Exceso de mortalidad
El mayor daño que nos dejó la pandemia fue la pérdida de vidas humanas. El exceso de mortalidad –la diferencia relativa entre las defunciones esperadas en comparación con las defunciones registradas– observada en México fue equivalente a más de 326 mil defunciones de un total de un millón 76 mil defunciones en el año 2020. Es decir, un exceso de mortalidad por todas las causas equivalente al 43.5 por ciento.1 Alrededor de 201 mil se trataron de defunciones relacionadas con COVID-19.
No todas las entidades sufrieron igual. Contrario al comportamiento de otros desastres naturales, las pandemias tienden a perjudicar más a las grandes urbes.2 La pandemia causada por el virus SARS-CoV-2 no fue la excepción.
Al estimar un modelo de regresión lineal, observamos que por cada punto porcentual que aumenta el exceso de mortalidad, el puntaje del IPS entre 2019 y 2020 disminuye (-) 4.1 puntos.3 Es decir, los datos confirman que la muerte de personas por la pandemia tuvo un impacto enorme y directo en el bienestar de los hogares.
¿Qué hacer frente al retroceso?
A partir de la construcción de la serie de IPS, pudimos identificar al menos tres problemas públicos exacerbados por la pandemia de COVID-19. A continuación presentamos tres propuestas para darles solución.
1. NECESIDADES HUMANAS BÁSICAS: Rescatar el sistema de salud públicas
Una de las consecuencias de que gran parte de la infraestructura de salud pública se haya volcado para atender la emergencia sanitaria fue que pacientes recurrentes dejaron de asistir a los centros de salud para revisiones. El exceso de mortalidad no solo se debió a las defunciones relacionadas con COVID, sino a todas aquellas provocadas porque no existían recursos disponibles para atenderlas. En este contexto, la razón de muerte materna se registró en niveles similares a 2009 después de observar una tendencia a la baja durante más de diez años.4
Los puntajes registrados en el Índice de Progreso Social en los componentes relacionados con cuidados médicos y salud capturan este retroceso.
Si queremos mejorar, debemos reconocer la magnitud del golpe que significó la pandemia en nuestro sistema de salud. Y para poder rescatarlo es necesario direccionar más dinero público a este. El problema compete tanto a autoridades federales como locales; la coordinación entre estas es parte fundamental del éxito que se pueda tener.
2. FUNDAMENTOS DEL BIENESTAR: Compensar lo perdido en educación dado un ciclo escolar en confinamiento
Las y los estudiantes, así como el personal docente en México tuvieron que adaptarse de forma repentina a un modelo de educación a distancia por más de un ciclo escolar. Si bien parece que los indicadores en materia educativa mantienen niveles similares a los prepandemia, Monroy-Gómez-Franco (et.al.) sugieren que la pérdida de aprendizaje fue equivalente a entre un tercio del ciclo escolar y un ciclo escolar entero.5
Adicionalmente, los componentes relacionados con indicadores educativos tienen una tendencia desigual a lo largo del territorio nacional en el que la principal beneficiaria es la capital del país.
Por lo tanto, el acceso a la educación debe, primero, buscar descentralizarse con el objetivo de que no solo la Ciudad de México, y otras grandes ciudades, sean opción para el desarrollo educativo y profesional de sus habitantes. Además, los planes de estudio deben adaptarse para poder incorporar las pérdidas de aprendizaje durante los periodos de confinamiento.
3. OPORTUNIDADES: Garantizar las libertades por medio de políticas públicas de cuidados
La pandemia es una oportunidad para revalorar todo el trabajo de cuidados, especialmente el no remunerado. Las mujeres, independientemente de su condición de actividad, invierten una jornada laboral o más en trabajo doméstico y de cuidado. Este es un trabajo invisible que implica una barrera de entrada al mercado laboral. Además, esta dinámica empuja a muchas mujeres a optar por un esquema de trabajo de mercado informal debido a que un empleo formal muchas veces implica poca o nula flexibilidad en horarios de trabajo.
Uno de los componentes en los que las entidades del país registran un mayor atraso y estancamiento es el de Libertad Personal y de Elección. En este se incorporan indicadores laborales (informalidad, tiempo de traslado, jóvenes que no estudian ni trabajan) y de natalidad (embarazo adolescente).
En la recuperación, los esfuerzos se deben enfocar a la reincorporación de las personas que perdieron su empleo, pero también en la creación de nuevos puestos laborales, sobre todo para las mujeres. Este esfuerzo se debe hacer por parte de las empresas, como hacen en países más igualitarios; del Estado, que sin más quitó un importante apoyo de cuidado; y de la sociedad, a través de una división más equilibrada de estas labores domésticas en los hogares.
Te invitamos a leer este artículo en Animal Político.
* Katia Guzmán (@guzmart_) es Coordinadora de Datos de México, ¿cómo vamos? y Axel E. González es investigador de México, ¿cómo vamos?
2 Castañeda-Garza, D. (2021). Pandenomics. Una introducción a la Historia Económica de las Grandes Pandemias.
3 Modelo de regresión lineal en el que la variable dependiente es el cambio en los puntajes entre 2019 y 2020 y la variable explicativa es el exceso de mortalidad por entidad federativa.