La transparencia y claridad de los mensajes que envían las autoridades a la sociedad son particularmente importantes en un contexto de incertidumbre como lo es una pandemia. La Organización Mundial de la Salud (OMS), en sus recomendaciones sobre cómo deben los gobiernos enfrentar una pandemia, reconoce que una estrategia de información clara y transparente es deseable por dos motivos fundamentales. Por un lado, permite que las personas conozcan y entiendan mejor los riesgos y la forma en la que deben cuidarse. Por otro lado, facilita que apoyen las medidas de mitigación y a que sigan las indicaciones impuestas, pues saben qué es lo que las justifica. Es de suma importancia contar con una estrategia de comunicación clara, precisa y que demuestre liderazgo para dar seguridad y certidumbre a la sociedad.
En un principio, la estrategia del gobierno federal mexicano parecía sensata y alineada con las recomendaciones de las autoridades internacionales; en particular las recomendaciones de comunicación de la OMS. Puntualmente, la conferencia de prensa que se realiza diariamente, en donde se presentan cifras sobre el número de casos y decesos confirmados y sospechosos, y cifras sobre ocupación hospitalaria (en camas generales y de cuidados intensivos) a nivel nacional y estatal. Además, el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell Ramírez, quien se encarga de transmitir toda esta información a la sociedad, cuenta con una amplia experiencia en el tema: es doctor en Epidemiología por la Universidad Johns Hopkins, y entre 2008 y 2012 fue Director General Adjunto de Epidemiología en la Secretaría de Salud.
A pesar de estos esfuerzos, la estrategia del gobierno federal ha sido blanco de críticas por distintas razones. Una de ellas es que los datos presentados en la conferencia de prensa diaria son inconsistentes, debido a que existe un retraso en el reporte de los decesos y de los casos.
Existe una enorme variación en las muertes por COVID-19 conforme se van reportando y conforme ocurren. En la siguiente gráfica puede observarse que la curva epidémica es radicalmente distinta si se consideran los decesos por fecha de ocurrencia o por fecha de reporte. Además de los retrasos, llama la atención la gran variación de las cifras por fecha de reporte; esto es resultado de que los fines de semana existen muy pocos reportes, y durante los primeros días de la semana se van compensando y aumenta mucho la cifra.
Fuente: Elaboración propia con las bases de datos publicadas por la Secretaría de Salud sobre el Coronavirus en México; Datos Abiertos Dirección General de Epidemiología.
Otra forma de verlo es que transcurre mucho tiempo desde que una persona muere hasta que se reporta en las cifras oficiales del Sistema de Salud. Como puede observarse en la siguiente gráfica, de las muertes que ocurren en un día determinado, la mayoría tardan más de tres días en reportarse tanto a nivel nacional como para la CDMX. Incluso una proporción considerable de los decesos (8%) tardan más de 30 días en ser reportados (la última barra en la gráfica representa estos casos). Si bien la CDMX reporta una mayor proporción en los primeros días, parece que posteriormente se compensa esta diferencia con el resto del país. En la conferencia de prensa diaria se presenta una fracción reducida de muertes ocurridas el día anterior. Las cifras que se exponen en la conferencia incluyen algunos casos y decesos que ocurrieron en los días inmediatos anteriores, pero la mayoría son muertes que ocurrieron hace más de tres días.
Fuente: Elaboración propia con las bases de datos publicadas por la Secretaría de Salud sobre el Coronavirus en México; Datos Abiertos Dirección General de Epidemiología.
Si bien el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud ha tocado este tema en más de una ocasión, no deja de ser preocupante que las cifras que se presentan diariamente difieran tanto de la realidad del día. Esto genera incertidumbre a la población debido a que tampoco es claro cuáles son las cifras que las autoridades consideran al momento de tomar decisiones de política pública y medidas restrictivas; como, por ejemplo, el color del semáforo de una Entidad Federativa. Se tiene información sobre cuáles son los indicadores que se utilizan para determinar el color del semáforo: el porcentaje de ocupación hospitalaria, la tendencia de síndrome COVID-19, la tendencia de hospitalizados, y el porcentaje de positividad SARS-CoV-2.
Sin embargo, no queda del todo claro si las cifras que se toman en cuenta para esto son por fecha de reporte o por fecha de ocurrencia. Es fundamental contar con información certera para tener semáforos adecuados para cada entidad federativa y realizar cierres parciales de actividades y sectores, ya que un confinamiento más restrictivo y generalizado está directamente relacionado con mayores caídas en términos de producción y empleo. México, ¿cómo vamos? publica semáforos e infografías que contienen información precisa y útil sobre el tamaño de la caída en el PIB a nivel regional y sectorial por trimestre.
Puede observarse en estos indicadores que el PIB trimestral sufrió su peor caída histórica en el segundo trimestre del año (-18.7% anual). Asimismo, existen algunos sectores, como los de Servicios y los que conforman la Actividad Industrial (como Construcción e Industrias Manufactureras), que también sufrieron sus peores caídas históricas en el segundo trimestre del año. En el contexto de una pandemia, es particularmente importante considerar que cada encierro -total o parcial- puede tener profundos efectos en la economía de los hogares pero también en el desempeño nacional. En ese sentido, el gobierno debe hacer las valoraciones económicas y de salubridad que más convengan en cada momento, para reducir los costos en materia de salud y también en términos económicos.
Importante es, también, tomar en cuenta que tanto la información económica como los datos de contagios y defunciones por Covid-19 tienen un rezago. En el primer caso porque las variables económicas se recaban por medio de encuestas comprensivas a muestras representativas de los agentes económicos. En el caso de los datos de salubridad, el retraso aparece porque las autoridades locales le reportan a la Secretaría de Salud federal, y este proceso es complejo, heterogéneo en calidad según la entidad federativa y, en muchos casos, lento. Además, el personal de salud está sumamente ocupado dadas las altas tasas de hospitalización, y tarde reportar los datos.
Sin embargo, presentar las cifras como se ha venido haciendo en las conferencias de prensa genera incertidumbre y además no les proporciona información relevante a las personas para tomar mejores decisiones. Quizás sería mejor presentar las cifras con cierto rezago desde un principio, y así intentar ser más certeros al momento de transmitir cómo está evolucionando la pandemia en términos de casos confirmados y decesos por COVID-19, tal como ocurre con la información económica. Por ejemplo, si se presentaran los decesos con cuatro días de retraso, esta información reflejaría aproximadamente el 60% de los decesos ocurridos. De la forma en que se reportan actualmente, la información presentada refleja cerca del 20% de los decesos ocurridos. Otra alternativa podría ser incluir un factor de ajuste utilizando los datos disponibles sobre los rezagos en los reportes que permita acercarse más a la realidad.
La credibilidad de la sociedad sobre las autoridades gubernamentales se compromete al presentar este tipo de inconsistencias. Sigue siendo un buen momento para que las autoridades redefinan su estrategia de comunicación y recuperen cierto grado de credibilidad, ya que esto es fundamental para contener y manejar la pandemia de la mejor forma posible.
* Daniel Castañón es investigador en México, ¿cómo vamos? a partir del 16 de noviembre 2020.