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El corazón de las tinieblas: México y la luz, 2020-21

  • La obstinada fobia a las fuentes de generación más limpias hará nugatorio el compromiso que contrajo México al ratificar el Acuerdo de París para abatir el cambio climático, al que México es sustantivamente vulnerable
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Hayamos leído la novela de Joseph Conrad, o visto la película “Apocalipsis Ahora” – basada en aquélla–  no olvidaremos las últimas palabras del coronel Kurtz que, pasen los años que pasen, resonarán en nuestra mente: “¡El Horror! ¡El Horror!”.

México transita en una travesía imaginaria en un fétido río en el Congo, al principio de un Apocalipsis que se avecina y pronto: el fin espeluznante de un sector eléctrico ambiental, económica y socialmente sostenible. En lo que a la electricidad concierne, cada acto de este gobierno invoca este estribillo: “¡El Horror! ¡El Horror!”.

Desde inicios del año pasado fueron horrorosas las compras de carbón por parte de CFE, atadas a los intereses del presidente de la Comisión de Energía del H. Senado de la República, paladinamente reconocidas por éste pero luego negadas por el mismo director general de CFE, ya sabemos quién. Sin embargo, negase lo que se negara, finalmente CFE licitó y adquirió 2 millones de toneladas de carbón de 60 productores de Coahuila, de donde es oriundo el mentado senador.

Horripilantes también fueron las alusiones obsesivas y circulares de la cabeza de nuestra empresa eléctrica nacional sobre las energías renovables. Tanta animadversión hacia una fuente de generación amerita una sesión en el diván. Y así, como en el “Corazón de las Tinieblas” se perciben las delusiones del coronel Kurtz en el Congo, tampoco son meridianamente comprensibles los ataques de Bartlett Díaz a ciertas fuentes de energía, que tienen ventajas e inconvenientes como cualesquiera otras. Que quien lidera la Empresa Eléctrica Nacional sufra de fobias que pueden disolver inversiones de miles de millones de dólares es simplemente ¡horroroso!

El 29 de abril de 2020, esta trama nos introdujo dentro de las tinieblas del Acuerdo del Centro Nacional de Control de Energía (CENACE) el cual, por no repetir su nombre que es tan largo como el Río Congüe, resumimos de la manera siguiente: este Centro se cuelga de la crisis sanitaria que asola al mundo entero para vetar la interconexión de las energías renovables por considerarlas inseguras, y para seguir en las penumbras, unos días después, se expidió otro, pero esta vez por parte de la SENER, con un título igualmente intrincado, que dice contener una Política Energética la cual, por el mismo motivo sanitario, suspende la interconexión de las energías renovables de naturaleza intermitente, verbigracia, la eólica y la solar.PUBLICIDAD

Y en esta jornada de espantos, hubo instrumentos de la CRE que aumentan las tarifas de transmisión para las renovables en un 800%, y otro de la misma, espectralmente aparecido y luego desaparecido de su sistema de información, en el que ésta “acuerda” que la CFE ya no debe comprar energía eléctrica mediante licitación sino por elección directa, siempre y cuando se adquiera al menor costo. Es decir, CFE podrá comprarse a sí misma energía eléctrica siempre y cuando el electrón sea más barato que el que ofrecen otros. Esta es la muerte anunciada, no solo para un mercado eléctrico competitivo, sino para la sostenibilidad de la misma CFE y del nuestro Sistema Eléctrico Nacional.

Todos estos horrores nos harán incumplidos. La obstinada fobia a las fuentes de generación más limpias hará nugatorio el compromiso que contrajo México al ratificar el Acuerdo de París el 21 de septiembre de 2016, junto con 195 países, para abatir el cambio climático, al que México es sustantivamente vulnerable. En éste, nuestro país se obligó a una reducción incondicional del 22% de los Gases Efecto Invernadero y un 51% de carbono negro.  Más aún, suscribimos un compromiso en blanco y negro, frente al mundo, de que las emisiones de México podrán aumentar hasta 2026 para declinar a partir de entonces. Si consideramos lo dicho en párrafos anteriores, de antemano tenemos certeza de que incumpliremos nuestro voto de generar el 35% de nuestra electricidad a partir fuentes limpias, para 2024, y 43%, para 2030. Esto será en demérito de nuestra reputación como parte de una comunidad que asume sus compromisos a carta cabal, pero, más horriblemente a costa de nuestras condiciones de salud, seguridad energética y medio ambiente.

Parece que el destino de México no está en Paris, “la Ciudad Luz” sino en las tinieblas del Congo, tal vez no el real sino el que Conrad imaginó como el Corazón de las Tinieblas.

Miriam Grunstein Dickter es profesora investigadora titular del CIDE. Estudió la Licenciatura en Derecho en el ITAM, y la Licenciatura en Estudios Latinoamericanos por la Universidad de Nuevo México; además es Maestra y Doctora por la Escuela de Ciencias y Artes de la Universidad de Nueva York.

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