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De la recuperación

  • La recuperación económica significa volver a estar como estábamos en 2018, antes de que iniciara la recesión.
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FOTO: DASSAEV TÉLLEZ ADAME/CUARTOSCURO.COM

I.– ¿Cuándo podremos decir, después de la recesión, que se recuperó la economía?

Para contestar hay que responder previamente estas preguntas: ¿qué hay que entender por recuperación? y ¿recuperación en función de qué?

Por recuperación hay que entender volver a estar como estábamos antes de la recesión, que empezó en 2019, se agravó en 2020, y se extendió hasta el primer trimestre de 2021. Por lo tanto por recuperación hay que entender volver a estar como estábamos en 2018, antes de que iniciara la recesión.

Volver a estar como estábamos en 2018, ¿en función de qué? Hay tres opciones: en función de la tasa de crecimiento del Producto Interno Bruto, PIB, que es la producción de bienes y servicios para el consumo final; en función del nivel del PIB; en función del nivel del PIB por habitante.

II.- ¿Por qué usar el PIB para medir la recuperación de la economía después de la recesión?

Porque por recesión se entiende, según la definición generalmente aceptada, tres o más trimestres consecutivos de decrecimiento de la economía (en México sumamos seis, del cuarto de 2019 al primero de 2021), y el crecimiento se mide por el comportamiento del PIB, una de las variables más importantes de la economía, por lo que, antes de continuar con el tema de la recuperación, conviene explicar por qué es importante, de qué depende, y qué relación tiene con el bienestar.

El PIB es importante, en primer lugar, porque es la producción de bienes y servicios con los que satisfacemos nuestras necesidades. En segundo término, porque es la variable con la que se mide el crecimiento de la economía. Por último, porque está relacionado con la creación de empleos y la generación de ingresos, ya que para producir alguien debe trabajar y a quien trabaja se le paga.

El PIB depende de las inversiones directas, que se destinan a producir bienes y servicios, a crear empleos (para producir alguien debe trabajar), y a generar ingresos (a quien trabaja se le paga), inversiones que a su vez dependen de la confianza de los empresarios para invertir directamente, por lo que ésta es la secuencia lógica: confianza para invertir directamente = inversiones directas = producción de bienes y servicios = crecimiento económico o, más importante: más confianza para invertir directamente = más inversiones directas = más producción de bienes y servicios = más crecimiento económico.

El crecimiento de la economía, que se mide por el comportamiento del PIB, se relaciona con el bienestar por medio del empleo y del ingreso. El bienestar depende de la cantidad, calidad y variedad de los bienes y servicios de los que se dispone, la mayoría de los cuales hay que comprarlos, para lo cual se requiere ingreso, para lo cual se precisa empleo, empleos e ingresos que son consecuencia de las inversiones directas, destinadas a la producción de satisfactores, variable con la que se mide el crecimiento de la economía. Sin crecimiento no hay bienestar.

III.- Por recuperación hay que entender volver a estar como estábamos antes de la recesión, en función, o de la tasa de crecimiento del PIB, o del nivel del PIB, o del nivel del PIB por habitante, recesión que comenzó en 2019, por lo que por recuperación hay que entender volver a estar como estábamos en el cuarto trimestre de 2018. Las presiones recesivas, que acabaron convirtiéndose en recesión, comenzaron el 29 de octubre de 2018, fecha en la cual AMLO canceló la construcción del NAICM en Texcoco, ocasionando desconfianza empresarial, provocando contracción de las inversiones directas, causando el decrecimiento del PIB, con las consecuencias negativas sobre el empleo y el ingreso, sobre el bienestar de las familias.

¿En función de cuál de las tres opciones – tasa de crecimiento del PIB, nivel del PIB, nivel del PIB por habitante – debe medirse la recuperación de la economía? Del PIB por habitante.

Por lógica primero recuperaremos, y espectacularmente como consecuencia del efecto rebote, la tasa de crecimiento del PIB, que al cuarto trimestre de 2018 fue 1.2%. Según la media de las 35 respuestas recibidas por el Banco de México, en la encuesta de mayo sobre las expectativas de los especialistas en economía del sector privado, durante el segundo trimestre de 2021 la economía crecerá 17.3% (20.7 según la expectativa más optimista, 11.1 según la más pesimista), crecimiento que resultará muy superior al del cuarto trimestre de 2018 (1.2), consecuencia del efecto rebote, ya que el segundo trimestre de 2021 se comparará con el segundo del 2020, durante el cual la economía decreció 18.6%. El punto de comparación es tan malo que no resultará difícil obtener excelentes resultados, que serán engañosos.PUBLICIDAD

En segundo lugar recuperaremos el nivel del PIB (tamaño del pastel), que tuvimos en el cuarto trimestre del 2018, y que a precios constantes de 2013 fue de 18,989,547,400,000 de pesos (19 millones de millones), lo cual podría suceder, dependiendo del crecimiento de la economía, hasta el 2023.

En tercer lugar recuperaremos el nivel del PIB por habitante (tamaño de la rebanada de  pastel que nos tocaría a cada uno si el pastel se distribuyera de manera igualitaria entre todos), que tuvimos en el cuarto trimestre del 2018, y que a precios constantes de 2013 fue de 151,519 pesos, lo cual podría suceder, dependiendo del comportamiento del PIB, hasta el 2025.

IV.-  Si por recuperación entendemos volver a estar, en materia del PIB por habitante, como estábamos en el cuarto trimestre de 2018, durante el cual aparecieron las presiones recesivas, bien podría ser, dependiendo del crecimiento del PIB en los próximos años, que logremos la recuperación hasta 2025, lo cual daría como resultado una pérdida, en materia de PIB por habitante, de seis años, de 2019 a 2024.

Termino considerando la otra recuperación, la del crecimiento elevado y sostenido, que perdimos en 1982, y que no hemos recuperado.

Entre 1934 y 1981 el crecimiento promedio anual de la economía mexicana fue 6.17%. En 1982, consecuencia de la Docena Trágica, los sexenios de Echeverría (1970 – 1976), y de López Portillo (1976 – 1982), y de sus pésimas políticas económicas, perdimos el crecimiento elevado y sostenido, y de entonces a 2020 el crecimiento promedio anual fue 2.00% (2.25 hasta 2018, antes de la última recesión).

Todo indica que esta recuperación, la del crecimiento elevado y sostenido, seguirá pendiente. La media de las 35 respuestas recibidas por el Banco de México, en la encuesta ya mencionada, a la pregunta por el crecimiento promedio anual de la economía mexicana en los próximos diez años (2022 – 2032), fue 2.22% (3.25 la más optimista, 1.52 la más pesimista).

Te invitamos a leer este artículo en Animal Político.

*Arturo Damm Arnal es profesor, periodista, conferencista y experto México, ¿cómo vamos?

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