Una tira no es una simplificación de la vida, es una forma de hacer universal una experiencia humana que parece individual pero que nos resuena a quienes la leemos.
Una empresaria de Jalisco, Alejandra, leyó una de las tiras que Trino ilustró para México, ¿cómo vamos? sobre las fallas del Estado de derecho, concepto que parece lejano pero nos afecta de una manera directa y cotidiana. Por ejemplo, si el gobierno no permite a la ciudadanía cumplir con sus obligaciones fiscales de una forma ágil, incrementa la probabilidad de que la empresa acabe por operar en algún tipo de informalidad.
Alejandra vio reflejada su experiencia en la tira y nos escribió en primera persona:
“Totalmente cierto (que personal del Servicio de Administración Tributaria (SAT) otorgue citas y valide trámites a cambio de un pago); yo tardé 9 meses para que me dieran cita, fui rechazada dos veces de citas (sic) para abrir una empresa moral, a la tercera cita por fin me aceptaron.
Todas (las citas) las hice por internet en el portal del SAT, y después me entero que hubo personas que pagaron para que los atendieran cuando quisieran y sin los papeles completos.
Me decepciona que (el gobierno) haga lo imposible para no crear empresas, no abrir citas en el SAT y que el personal del SAT sea corrupto y haga citas con acuerdos de dinero, al menos aquí en Guadalajara”.
Es increíble cómo la experiencia ciudadana determina la confianza que tenemos en nuestro gobierno. Y la falta de Estado de derecho acaba por minar la participación ciudadana, no sólo en las elecciones, sino en el esfuerzo para cumplir con obligaciones fiscales, en apoyar acciones de gobierno que permitan aumentar la recaudación y con ello el espacio fiscal —tan urgentemente necesario—.
Las fallas en el Estado de derecho también determinan decisiones sumamente prácticas, como si tomamos o no un empleo en una zona que percibimos como riesgosa, si nos damos de baja de la escuela porque salir de noche es peligroso o si ponemos un negocio en el barrio… lo cual además acaba por ser una mayor limitante para las mujeres, que somos quienes nos sentimos 40% menos seguras que los hombres al caminar por la calle. Una pésima noticia, ya que los hombres tampoco se sienten particularmente seguros: mientras que 28.4% de las mujeres considera segura su ciudad, 39.0% de los hombres la percibe así según el #SemáforoEcónomico de Estado de derecho, elaborado con los datos de la Encuesta de Seguridad Pública Urbana del INEGI.
Cuando las fallas del Estado de derecho se conjugan, los efectos funestos se retroalimentan y concluyen en situaciones que serían cómicas si no fueran ciertas: la extorsión de los funcionarios, el uso inadecuado de los datos personales y la falta de títulos de propiedad de los hogares de las personas no son sólo ejemplos, sino realidades.
En México, ¿cómo vamos? usamos cartones (porque son situaciones universales), pero también indicadores que nos permiten medir cómo las fallas en el Estado de derecho van minando el progreso social —sobre todo entre los grupos más vulnerables y en los estados más empobrecidos, tal como lo mapea el Índice de Progreso Social de desde hace dos años—.
En resumen, la experiencia de Alejandra en Jalisco no es un caso aislado, como no lo son las dificultades que la gente enfrenta en todo el país para disfrutar de sus derechos patrimoniales y políticos más básicos. El Estado de derecho es uno de los elementos más importantes para poder mejorar las condiciones de vida de todos los habitantes, empezando por quienes menos recursos tienen para pagar mordidas y sobornos.
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* Sofía Ramírez Aguilar es economista y dirige México, ¿cómo vamos?
