Estados Unidos enfrenta un desequilibrio importante: hay más vacantes laborales que en cualquier otro momento de la historia (10 millones) y, sin embargo, más de 8 millones de estadounidenses no tienen trabajo. Si el desfase continúa, podrían estancarse los planes de emprendimiento del sector privado, detenerse grandes proyectos de infraestructura, desatarse una espiral inflacionaria y, como resultado, acabar con las esperanzas de recuperación económica en Estados Unidos. Esto tendría graves consecuencias para México.
El contexto: ¿por qué hay tantas vacantes en Estados Unidos si todavía hay desempleados?
¿Qué no está detrás de la falta de trabajadores? Estudios sugieren que la entrega de estímulos fiscales individuales y el pago de seguros de desempleo durante la pandemia no provocaron la escasez de trabajadores. Un reporte de BTIG señaló que solamente en tres entidades de Estados Unidos, los seguros de desempleo federales y estatales superaron el salario promedio en los mismos y, a nivel país, sólo 3% de los beneficiarios de éstos recibía lo suficiente del desempleo como para no necesitar volver al trabajo. Éstas transferencias caducaron el 6 de septiembre y sigue sin resolverse el desajuste entre oferta y demanda laboral.
¿Entonces, qué factores sí explican este fenómeno? Primero, la crisis mundial de salud aceleró un proceso de reevaluación del actual modelo de trabajo. Salarios mínimos estancados durante años, poder adquisitivo en declive, fatigantes jornadas laborales, costos prohibitivos para el cuidado infantil y riesgos para la salud derivados por la pandemia, entre otros, han disminuido la importancia del empleo en la lista de prioridades de los trabajadores estadounidenses. Dicho de otra manera, dado que los factores de fondo no han sido atendidos durante años, actualmente existen pocos incentivos para que las personas regresen al status quo laboral del prepandemia. Lo que los trabajadores demandan son mejores condiciones laborales, mayores garantías y más flexibilidad, no incrementos temporales en salarios o nuevos bonos de contratación. Sobre este punto, el salario de reserva -que mide la remuneración mínima por la cual una persona aceptaría un trabajo- para personas sin título universitario aumentó 26% respecto del año pasado. Es importante resaltar este cambio, dado que el promedio de crecimiento anual del salario de reserva no había superado el 2% en los últimos seis años.
Segundo, y quizás el factor más relevante para México está en la migración. Estados Unidos es un país construido, impulsado y sostenido por el talento y trabajo migrante. La economía del turismo, salud, alimentación, agricultura y los centros de investigación requieren de cientos de miles de trabajadores y especialistas extranjeros, por lo que el cierre de fronteras a la migración tiene un costo altísimo para nuestro principal socio comercial.
Lo que se necesita es más apertura y menos barreras. Sin inmigrantes ni trabajadores temporales, los efectos negativos del desequilibrio laboral se han hecho sentir en Estados Unidos. Según cifras de la US Customs and Border Protection, durante 2019 más de 520,000 personas viajaron diariamente a Estados Unidos a través de la frontera con México, mismas que aportaron directamente a la economías locales de Estados Unidos. Igualmente, datos de la Cámara de Comercio de San Ysidro demostraron que, tan sólo en San Diego, 200 negocios tuvieron que cerrar permanentemente sus puertas debido a los controles fronterizos, incluyendo pérdidas por 644 millones de dólares de 2020 a 2021.
Mirando hacia adelante: ¿cómo resolver el desequilibrio laboral en Estados Unidos?
Si a Estados Unidos le va mal, a México le puede ir peor. Para evitar las consecuencias antes descritas, ambos países necesitan fortalecer sus mecanismos de cooperación bilateral en materia migratoria. Mayor integración y diálogo abrirán espacios para mejores soluciones en todo el espectro de la relación bilateral. Muchos de los instrumentos para facilitar la movilidad laboral entre ambos países ya están ahí, sólo necesitan actualizarse a las necesidades del 2021.
El presidente Biden hizo bien al eliminar las suspensiones al programa J-1 de visas para estudiantes y al incrementar el número de visas H-2B para trabajadores temporales -la gran mayoría ocupadas por mexicanos-, pero se necesita una agenda bilateral mucho más ambiciosa para llenar las vacantes que sostienen a la economía de Estados Unidos.
Desde la US-Mexico Foundation proponemos la expansión de categorías de trabajadores en las visas TN dentro del nuevo T-MEC, el desarrollo conjunto de certificaciones técnicas, la formalización de alianzas con asociaciones laborales en ambos países, y la eliminación de loterías para visas de trabajo, entre otras, como objetivos realizables para ayudar a resolver el gran desfase laboral de nuestro principal socio comercial. Al mismo tiempo, mayor cooperación en materia migratoria puede preparar a las futuras generaciones de trabajadores de Norteamérica para competir e innovar frente a otros bloques comerciales.
México tiene una de las llaves para restablecer el equilibrio del mercado laboral en Estados Unidos a través de la migración. Existe una oportunidad única para aprovechar el nuevo enfoque institucional de la Casa Blanca y, de esta forma, impulsar una visión común de una economía regional dinámica y competitiva. Sólo el tiempo y las políticas correctas dirán si nuestro país estuvo a la altura del reto.
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* Enrique Perret es director de la US-Mexico Foundation. Diego Marroquín Bitar es Fellow en la US-Mexico Foundation y MPP por la Universidad de Georgetown.