A tres años de gobierno, para nadie es un misterio que una de las máximas prioridades de la política pública es la empresa petrolera del Estado. Para este gobierno, Pemex debe ser la entidad encargada de abastecer a México de toda su gasolina. La verdad es que hay otros hidrocarburos relevantes -el gas natural como ejemplo, de lo que en otra ocasión escribiré-, pero para el Ejecutivo Federal la gasolina que debemos consumir los mexicanos debe ser producida por Pemex o incluso importada, pero siempre a través de dicha empresa.
Si bien este objetivo pudiera ser válido, para dimensionarlo es indispensable identificar su costo y compararlo con aquél en el que incurran otras empresas, en un ámbito de competencia por las preferencias del consumidor.
Así que empecemos por el principio: hay que extraer el petróleo del subsuelo. En este sentido, Pemex produce 1.63 millones de barriles 1, lo cual indica que se ha logrado detener la caída desde el punto máximo alcanzado en 2004, pero es indiscutible que es una producción insuficiente para atender las necesidades financieras de la propia empresa del Estado y a la vez satisfacer la demanda de gasolina.
Vayamos ahora al proceso de refinación. Las seis refinerías actuales producen en conjunto 219 mil barriles de gasolina al día 2. Esto representa aproximadamente el 30% de la demanda actual. Pero lo más relevante es que nuestras refinerías, cada vez que procesan un barril de petróleo, producen más combustóleo que gasolina 3. Y esto es muy grave para Pemex, para las finanzas públicas y para el medio ambiente, toda vez que el combustóleo es un producto de deshecho, altamente contaminante, cuyo valor por barril en el mercado es MENOR al valor del barril del petróleo que lo produjo, de tal forma que Pemex pierde dinero cada vez que refina.
¿Imagina usted un proceso en el cual su producto terminado tiene un precio inferior que el costo de la materia prima que pagó para hacerlo? Pues eso es justamente lo que sucede cada vez que Pemex, siguiendo la línea presidencial, procesa nuestro petróleo (porque el petróleo es nuestro, no de Pemex, pero en otra ocasión voy a profundizar en este hecho) en las refinerías.
Las refinerías, para poder procesar crudo sin perder dinero, requieren ser reconfiguradas y esto es sumamente costoso. Para ilustrarlo conviene recuperar el dato proporcionado por el propio Ejecutivo Federal el pasado 6 de mayo, cuando planteó que reconfigurar la refinería de Tula costaría 2,500 millones de dólares. Considere por favor que es necesario reconfigurar las 6 refinerías, porque la que menos combustóleo produce es Cadereyta, que obtiene el 12% de cada barril de petróleo en forma de combustóleo, mientras que Madero literalmente desperdicia el 50% de cada barril de petróleo procesado en forma de combustóleo. De manera acumulada, las refinerías nacionales terminan con un 38% de cada barril de petróleo que procesan, convertido en combustóleo 4. Este porcentaje debe compararse con el las refinerías localizadas en Texas, las cuales obtienen entre el 1 y el 2% como porcentaje de cada barril en forma de combustóleo.
Es así que, en esta decisión de producir la gasolina en México, los mexicanos permitimos que Pemex destruya el 38% del valor de cada barril de petróleo y pagamos con nuestros impuestos las pérdidas que esto provoca. Esta estrategia no va a cambiar, de forma tal que todo el dinero que se está canalizando a Pemex, así como la renegociación de su deuda, corre el riesgo de terminar financiando más pérdidas.
No hay duda que una empresa del Estado tiene un rol fundamental como empleador y como detonador de cadenas productivas a nivel regional. Esa es la justificación de la construcción de la refinería Dos Bocas, en Tabasco. Pero esa decisión debe valorarse frente a las opciones que los mexicanos tenemos, para darle el mejor uso posible a nuestros impuestos y muy particularmente frente a la transición energética, sobre la cual también voy a hablar en una posterior participación.
Es indispensable que México aproveche los recursos que la naturaleza nos otorgó y aún es tiempo de tomar ventaja de los hidrocarburos en el subsuelo. En este mismo tenor, no tengo duda que la experiencia y conocimiento de Pemex en aguas someras debe ser aprovechada por los mexicanos, pero también creo indispensable detener la sangría de las refinerías, honrar el derecho a la competencia reconocido en la Constitución, y construir de la mano de la sociedad el camino de Pemex como empresa de energía en el siglo XXI.
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* Rosanety Barrios (@RosanetyBarrios) es Analista del Sector Energético, Consejera Fundadora del grupo @vozexpertamx, miembro del Consejo Directivo de la Asociación Nacional de Energía Solar (ANES) y experta México, ¿cómo vamos?