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Cómo cobró vida la analogía de un carrito de super

  • Como estudiante universitaria me está tocando vivir en carne propia lo que mi papá nos intentó explicar con el ejercicio del carrito de supermercado en cuarto de primaria. La inflación ha superado niveles no vistos en los últimos veinte años.
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FOTO: ROGELIO MORALES /CUARTOSCURO.COM

De pequeña, cuando cursaba cuarto año de primaria, cada mes algún padre o madre de familia era invitado a darnos una clase relacionada con su actividad profesional. Cuando fue el turno de mi papá, economista quien en ese entonces trabajaba en el Banco de México, decidió concentrar su exposición en explicarnos el mandato fundamental del banco central: una inflación baja y estable, y el por qué esto era importante para todos. Para ello, llegó a mi salón con un carrito de supermercado lleno de artículos de consumo básicos y con un montón de billetes de juguete. La actividad que nos organizó consistía en hacer una simulación en la que nos pagaba un sueldo con el que teníamos que comprar los productos que quisiéramos del supermercado hasta que se nos terminara el dinero que nos había dado.

El ejercicio se repetía en un segundo y después en un tercer periodo de tiempo simulando exactamente lo mismo, pero dos y luego cuatro meses después de la primera compra, fechas en el que los precios habían cambiado. La sorpresa con la que mis compañeros y yo nos topamos fue que, con la misma cantidad de dinero, ya no podíamos comprar la totalidad de bienes que en los meses anteriores y que, por lo tanto, teníamos que dejar de consumir algunos de ellos. Con esto era evidente que nuestro dinero ya no tenía el mismo valor aun cuando nuestro ingreso no cambiaba, dejándonos claro a mí y al resto de mi grupo que la inflación y el alza en precios a la que nos enfrentábamos era algo que perjudicaba a toda la población y que tenía un impacto directo en el poder adquisitivo de nuestro dinero.

Diez años después, ya como estudiante universitaria, me está tocando vivir en carne propia lo que mi papá nos intentó explicar con el ejercicio del carrito de supermercado. En el último año, la inflación ha superado niveles no vistos en los últimos veinte años. Además, los incrementos en los precios de bienes y servicios que yo estaba acostumbrada a consumir han sido mayores que los niveles de la inflación.

En lo personal, el impacto más importante que he experimentado con los altos niveles de inflación ha sido el aumento en el precio de mi colegiatura. Para este semestre, el crédito escolar subió de precio, por lo que he pagado una colegiatura más alta a la de semestres anteriores. Gastos cotidianos que podrían parecer menores, como salir a comer a cafeterías o restaurantes cuando tengo que pasar el día completo en la universidad, hoy son más altos de lo que lo eran en mis primeros semestres. Durante estos últimos meses la proporción de mi presupuesto que procuraba ahorrar ha disminuido considerablemente. La única parte positiva de todo esto ha sido que ahora recibo mayores intereses de mis ahorros del pasado, aunque esto no alcance a compensar el impacto originado por el alza en precios.

Los últimos tres años han dado mucho de qué hablar y qué estudiar a cualquier estudiante de ciencias sociales. Sucesos como la pandemia de Covid-19, la guerra en Ucrania y las crisis políticas y económicas que han estallado en distintas partes del mundo han puesto sobre la mesa una inmensa variedad de temas de debate y estudio, entre ellos, el impacto que estos y otros eventos han tenido en la inflación, que hasta hace un año se había mantenido baja y estable a nivel global con algunas excepciones como Venezuela, Argentina y Turquía.

Mi generación nunca había vivido los efectos nocivos que genera una inflación alta como la que estamos viviendo hoy. A mí en lo particular, mi papá me contaba historias de lo que vivió en los años 80, cuando la inflación llegó a sobrepasar niveles del 100% anual y en donde incluso la economía se empezó a dolarizar, lo que significó que muchas transacciones se hacían en dólares y los precios de algunos bienes y servicios se dejaron de denominar en pesos. En aquellos tiempos, el Banco de México no era un organismo autónomo y sus funciones se subordinaban a la Secretaría de Hacienda, incluso obligándolo a financiar de manera directa al Gobierno Federal. En la actualidad, si bien la inflación no está tan alta como en aquellos tiempos y la persistencia ha sido relativamente corta, después de haber experimentado los efectos nocivos que esta provoca, me preocupa que no pueda ser combatida adecuadamente y que la analogía del carrito de super con la que aprendí lo que era la inflación se convierta en un problema persistente.

Te invitamos a leer este artículo en Animal Político.

* Paula Cortina Bonnin (@PaulaCortinaB) es estudiante de la carrera de Ciencia Política en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y realiza Servicio Social en el área de Análisis Económico de México, ¿cómo vamos?

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