En 1937 el economista Simon Kuznets desarrolla la metodología para medir el Producto Interno Bruto (PIB) de los países, como respuesta a la Gran Depresión y la necesidad del gobierno de los Estados Unidos de medir el impacto económico de la crisis. Este instrumento mide el valor económico de los bienes y servicios producidos en un país.
El PIB es importante porque es una medición que informa sobre el tamaño de las economías, y su crecimiento nos indica la tendencia de la actividad económica. Sin duda, es información muy relevante para la toma de decisiones, pero no es perfecta. El mismo Kuznets menciona que el bienestar de una nación difícilmente puede definirse solo por una medida de ingreso nacional como el PIB. En otras palabras, es necesario el crecimiento económico para mejorar el bienestar, pero no es suficiente, hay tipos de crecimiento económico que no generan bienestar.
Esto debido a que el PIB puede incrementarse, por ejemplo, si se destruyen todos los recursos naturales, o si se usan esclavos, solo por mencionar un par de condiciones que metodológicamente pueden aumentar el producto de un país. Las críticas al PIB van más allá de las advertencias de su creador; Robert Kennedy mencionaba que no mide la salud de los niños, ni la calidad de la educación, aspectos importantes para un país exitoso.
En este sentido, en un mundo en donde se necesitan datos para tomar decisiones se han generado métricas que complementan al PIB, con el fin de identificar el desempeño de los países respecto a su capacidad de generar bienestar social y ambiental a partir de crecimiento económico. Con esa misión surge en el 2014, a nivel mundial, el Índice de Progreso Social (IPS), impulsado por instituciones académicas, empresas, think tanks y fundaciones.
El IPS se construye con 60 indicadores de resultados, generados por organizaciones internacionales y garantizando comparabilidad para 169 países. Se mide a través de un modelo de 3 dimensiones y 12 componentes, con temas como nutrición y cuidados médicos, agua, vivienda, seguridad, conocimientos básicos, acceso a información y comunicaciones, salud, calidad ambiental, derechos personales, libertades, inclusión y educación avanzada. Aspectos básicos y concretos que debe tener una sociedad con bienestar, más allá de percepciones individuales.
El IPS va de 0 a 100 puntos y en este 2022 Noruega (90.74 puntos) ocupa el primer lugar, mientras que Sudán del Sur (30.65 puntos) vuelve a ocupar el último lugar de entre 169 países. La octava economía del mundo por PIB per cápita, Estados Unidos (84.65 puntos) es el lugar 25, siendo el país del G-7 con menor puntaje y, además, tiene tendencia decreciente en la última década.
En México el desempeño es de nivel medio: con 70.84 puntos se ubica en el lugar 66 a nivel mundial y está en el octavo lugar en América Latina, por detrás de países como Chile (80.78 puntos), Costa Rica (80.65 puntos) y Uruguay (80.27 puntos). Si se compara con los países de la OCDE, México es el antepenúltimo, mejor que Colombia (69.83 puntos) y Turquía (65.59 puntos); pero por debajo de Hungría (78.21 puntos) y Polonia (80.17 puntos).
Con respecto a los 12 componentes del IPS, México obtiene sus posiciones más altas en Acceso a información y comunicaciones (83.87 puntos) posición 50; y Agua y saneamiento (89.36 puntos) posición 57. En contraste, las posiciones más bajas se obtuvieron en Seguridad personal (58.53 puntos) posición 104, y Vivienda (86.06 puntos) posición 88 de 169 países.
En términos de las tendencias se observan tres dinámicas, primero del 2011 al 2016 México mantuvo un nivel similar al promedio Latinoamericano (68.64 puntos); segundo, del 2017 al 2020 creció y le sacó una ventaja a la región de 2.29 puntos. Sin embargo, del 2021 al 2022, años en los que ya se puede medir el impacto de la pandemia, se observa un retroceso, y la distancia con la región se redujo a 1.84 puntos. En este último periodo hay tendencia a la baja en 6 de los 12 componentes del IPS, particularmente aquellos relacionados a salud, educación, libertades y derechos.
Estas tendencias preocupan, pues al complementar los datos del IPS con los datos de crecimiento del PIB se encuentra que ni en crecimiento económico ni en crecimiento del bienestar el país está teniendo un buen desempeño. Es más, se está retrocediendo en aspectos en los que se había mejorado. Claro, a nivel mundial, la pandemia y el contexto internacional han tenido impactos negativos en casi todos los países.
Pero en el caso de México, los datos son directos: se están deteriorando tanto el capital humano como la calidad institucional, condiciones necesarias para el bienestar presente y futuro del país. Hoy, más allá del PIB, estamos en una recesión de progreso social, ¿tenemos lo necesario para salir de ella?
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* Jaime García Gómez (@jaimegarciag) es Director del Índice de Progreso Social para América Latina.