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Hidalgo: rupturas y vueltas de la historia

  • El clima político en Hidalgo no podría estar más enrarecido. Mientras unos culpan al gobernador de entregar el estado a Morena, la coalición Va por México se esfuerza por alcanzar al candidato puntero, y los otros dos contendientes son acusados de hacerle el juego al PRI contra Morena.
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Ilustración: Víctor Solís | Cortesía de Nexos

Hidalgo es uno de los estados que elegirá gobernador el próximo 5 de junio. En un escenario altamente fragmentado, en medio de disputas internas y con Morena a la cabeza de las encuestas, tres candidatos y una candidata se disputan el poder estatal. Esta elección se torna especialmente interesante porque el PRI podría perder al que presumía como uno de sus bastiones más firmes, lo cual lleva consigo una carga simbólica importante —para priistas y morenistas.

El estado de Hidalgo nació como una criatura del gobierno federal. Durante la mayor parte del siglo pasado, la política estatal se definió en función de grupos políticos regionales, ninguno de los cuales se originó en Pachuca ni tuvo arraigo en la capital del estado.

Después de la Revolución, era necesario un arreglo que diera estabilidad a la política local y se alineara con los intereses del recién creado Partido Nacional Revolucionario, primer antecedente del PRI. A finales de los años treinta, Javier Rojo Gómez —cercano al presidente Cárdenas y partidario de su política— se convirtió en gobernador negociando con los líderes regionales hidalguenses. La reforma agraria impulsada por el presidente de la República se haría de manera selectiva para no molestar a los caciques regionales; a cambio, estos ayudarían al Ejecutivo estatal a mantener la gobernabilidad en la entidad. Rojo Gómez logró afianzar su poder político en su lugar de origen, y consolidó la figura del gobernador como un intermediario entre el Ejecutivo federal (quien lo nombraba o aprobaba) y los intereses locales, que ayudaban a legitimarlo. El grupo político de Rojo Gómez —después denominado “Grupo Huichapan”— dio varios gobernadores, quienes asumieron su rol mediador, asegurado, más tarde, a través del partido hegemónico.

A principios de este siglo, la influencia del Grupo Huichapan llegó a su fin, con la designación de Miguel Ángel Osorio Chong como candidato del PRI-Partido Verde para el periodo 2005-2011. Por primera vez, más de 130 años después de su designación como capital del estado, Pachuca contaba con un grupo político propio, formado por la burocracia estatal, que se confundía con la del partido oficial.

Sin embargo, la historia se repetía. El Grupo Hidalgo de Osorio Chong se afianzaría unos años en el poder estatal gracias a la cercana relación de Osorio con el aspirante, candidato y después presidente Enrique Peña Nieto. La cercanía con el poder federal alcanzó para que el Grupo Hidalgo colocara a uno de los suyos como sucesor de Osorio: Francisco Olvera, gobernador entre 2011 y 2016.

A pesar del optimismo oficial, la elección de 2016 reveló importantes signos de resquebrajamiento en la supuesta unidad priista. Aunque el PRI consiguió conservar la gubernatura con Omar Fayad, perdió la mayoría absoluta en el congreso local y sólo retuvo 30 de los 84 municipios. La elección intermedia de 2018 fue otro golpe para el oficialismo estatal. Con la ola morenista en pleno ascenso y el arrastre del candidato López Obrador, Morena arrebató al PRI las siete diputaciones federales y todos los escaños de mayoría relativa en el congreso local. En las elecciones municipales de 2020, el PRI recuperó algunas alcaldías importantes. Sin embargo, la elección intermedia de 2021 volvió a dar a Morena seis de las siete diputaciones federales.

A los malos resultados electorales y la fuga masiva de priistas hacia Morena se sumaron los conflictos al interior del PRI estatal. El Grupo Hidalgo no calculó que Omar Fayad buscaría formar su propio clan político, desplazando de su administración a los colaboradores de los gobiernos anteriores. La jugada no salió bien. Fayad no sólo no logró consolidar a su grupo, sino que contribuyó a la confrontación al interior del PRI. La pugna se hizo evidente en el enfrentamiento entre el gobernador Fayad, el Grupo Hidalgo y el Comité Ejecutivo Nacional del partido para definir la candidatura de la alianza PRI-PAN-PRD para la elección de este año, que finalmente recayó en Carolina Viggiano y no en el candidato de Fayad, Israel Félix.

Mismos actores, distintos colores

En la política local mexicana, es frecuente que los partidos políticos sean utilizados por diversos intereses grupales, regionales o incluso familiares como un medio para inmiscuirse en la lucha por el poder. Los partidos medianos y pequeños, principalmente, suelen emplearse como “cascarones” que se llenan en cada coyuntura electoral para usarse como instrumento de negociación o de competencia política, pero que no siempre poseen una estructura organizacional autónoma o sostenible, ni un proyecto político definido.

La política hidalguense no es ajena a tal fenómeno. En la elección de este 2022, se observa un escenario profundamente fragmentado, donde participan los políticos de siempre, comportándose como siempre, pero cobijados bajo diferentes colores partidistas.

Julio Menchaca Salazar es el candidato de la coalición Juntos Hacemos Historia, formada por Morena, el PT y el PANALH. Después de una larga trayectoria en el PRI y de varios cargos públicos obtenidos a través de ese partido, Menchaca decidió afiliarse a Morena en 2017 y en 2018 obtuvo una senaduría, de la cual está actualmente en licencia. Hoy, las encuestas ubican a Menchaca como el favorito para ganar la gubernatura del estado, con una amplia ventaja sobre los otros contendientes. Se ve que Morena ha sabido capitalizar la popularidad del presidente López Obrador y el descontento de los hidalguenses con décadas de un priismo de muy cuestionables resultados. A esto se ha sumado el respaldo de los alcaldes morenistas y del Grupo Universidad, de Gerardo Sosa que, en esta ocasión, ha volcado su apoyo a favor de Morena, como lo hizo antes con otros actores políticos.

Irónicamente, el eventual triunfo de Julio Menchaca confirmaría, una vez más, la influencia del poder federal en la definición de la política local y el papel, entre subordinado e intermediario, del gobernador ante el presidente de la República.

La segunda en las preferencias electorales es Carolina Viggiano Austria, candidata de la coalición Va por México, formada por el PAN, el PRI y el PRD, que llegan a este proceso seriamente debilitados. Por un lado, el panismo hidalguense continúa sin robustecer una estructura propia y suficiente para generar candidaturas competitivas. En esa inercia, los panistas mantienen la práctica de engancharse a figuras de cierto renombre que puedan generarles algún rédito electoral pasajero, como Xóchitl Gálvez o Francisco Xavier Berganza, en su momento, y ahora Carolina Viggiano. Por su parte, el PRD local no cuenta ya con sus caudillos históricos (como José Guadarrama), además de que la lucha de facciones internas y las deserciones a favor de Morena han contribuido a disminuirlo severamente. Por último, el desgaste del PRI por los conflictos internos ha hecho que la candidatura de Viggiano—lograda con el apoyo de la dirigencia nacional y el Grupo Hidalgo— sea un camino cuesta arriba, difícil de remontar.

En tercer lugar está Francisco Xavier Berganza, quien compite por tercera ocasión por la gubernatura del estado, ahora como candidato de Movimiento Ciudadano, después de haber sido rechazado como candidato de Morena. Claro ejemplo del estilo mercenario que caracteriza a nuestra política, Berganza ha militado u obtenido candidaturas en diferentes partidos (PRI, PAN, Convergencia, Morena y Movimiento Ciudadano), entre los que ha saltado con extraordinaria facilidad a lo largo de su trayectoria política.

En el cuarto sitio se encuentra José Luis Lima Morales, quien, de último momento, se convirtió en el candidato del Partido Verde, después de que este decidiera separarse de la coalición Juntos Hacemos Historia. Lima Morales ha ocupado diversos cargos locales y federales. Originalmente priista, antes de ser candidato del Verde fue precandidato a alcalde de Pachuca por Morena.

Los retos

El clima político en Hidalgo no podría estar más enrarecido. Mientras unos culpan a Fayad de entregar el estado a Morena, la coalición Va por México se esfuerza por alcanzar al candidato puntero, y los otros dos contendientes son acusados de hacerle el juego al PRI contra Morena. En medio de los ataques y descalificaciones que han caracterizado este proceso electoral, los candidatos olvidan que deben a sus electores propuestas concretas y asequibles.

La economía hidalguense está fuertemente vinculada a los ciclos de la economía nacional y, aunque tiende a crecer más que la del país en los períodos de recuperación, también resiente más sus caídas. Por esta razón, los indicadores económicos estatales encendieron las alarmas durante la pandemia. En el segundo trimestre de 2020, la tasa de crecimiento del estado cayó 18.7 %. Aunque los números han mejorado a partir de entonces, el panorama aún es incierto. Hidalgo posee viejos problemas de pobreza y desigualdad social, a los que se han sumado la baja productividad, la precariedad laboral y la informalidad, ahora agravadas por la pandemia.

Se mantengan o no las preferencias electorales, quien resulte ganador o ganadora debe tener presente que los retos para Hidalgo son enormes y requieren acciones eficaces. Con promesas vacías y polarización, los primeros que pierden son los hidalguenses.

Este texto es una colaboración entre México, ¿cómo vamos? y nexos.

Manlio F. Castillo
Profesor asociado del CIDE

Adán A. Martínez del Valle
Abogado y estudiante de la Maestría en Administración y Políticas Públicas en el CIDE

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