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#Semáforo Electoral 2021

El juego electoral en Guerrero

  • El crecimiento electoral de Morena en las elecciones locales de 2018 cimbró el bipartidismo de Guerrero y abrió la puerta a un posible sistema de partidos tripartidista.
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Ilustración: Víctor Solís | Cortesía de Nexos

Antecedentes del juego

En años recientes Guerrero ha estado en el centro de la atención nacional y en el ojo del huracán de la opinión pública. Violencia de Estado en Iguala, violencia criminal en casi todas sus regiones (particularmente en algunas como Tierra Caliente y Acapulco), desapariciones forzadas, protesta social, violencia política y conflictos electorales son palabras que se han perpetuado en la memoria y el vocabulario cotidiano de las personas. Pese a que varias de las luchas y reivindicaciones federalistas de la primera mitad del siglo XIX tuvieron como escenario la geografía del Sur (movimientos campesinos de la Costa Grande y Montaña), el periodo de paz y estabilidad porfirista significó en los hechos la instauración de un férreo centralismo que contribuyó a moldear un caciquismo local subordinado que eliminó la posibilidad de un juego electoral democrático a nivel local.

Esta situación no cambió mucho con la Revolución. Se mantuvo la naturaleza clientelar de las relaciones políticas y económicas, la fragmentación del poder político, los conflictos intercaciquiles y la tendencia centralista e intervencionista de los gobiernos nacionales posrevolucionarios. Salvo un breve período de recuperación de la autonomía del estado gracias a la formación del grupo de los Figueroa (Francisco, Ambrosio y Rómulo), primeros beneficiarios del movimiento armado, a diferencia del espacio político nacional, en Guerrero continuó la inestabilidad política del siglo anterior. Más aún, reforzó la tradición de lucha y protesta política y social de ciudades, pueblos y comunidades.

En las nuevas circunstancias históricas, la ausencia de una política federalista adoptó la forma de un centralismo renovado mediante el control del Poder Ejecutivo y del naciente sistema de partidos local al que los nuevos “hombres fuertes” quedarían unidos de manera subordinada. Durante este período, de mediados de la década de los veinte y hasta 1960, tan sólo tres gobernadores terminaron su periodo constitucional, seis hasta 1996 y nueve a la fecha. Renuncia y sobre todo desaparición de poderes fueron las razones por las que no concluyeron su mandato legal en la mayoría de los casos: ocho ocasiones de 1911 a nuestros días, el estado con mayor número de intervenciones por parte de la Federación en este rubro. Este hecho contribuirá decisivamente a crear el célebre estereotipo de la inestabilidad política del territorio suriano.

El terreno de juego

En Guerrero, la crisis de legitimidad de las formas tradicionales de hacer política arranca en octubre de 1960 en Acapulco y culmina en diciembre del mismo año en Chilpancingo. La novedad del movimiento popular del sesenta en contra del gobernador Raúl Caballero Aburto radica en que sus demandas no se limitan al problema ancestral de la tierra, sino que sugieren ya la exigencia de una mayor democracia. Gradualmente, los procesos electorales pasarán a formar parte central de la agenda política local. Es posible distinguir tres etapas en la evolución del juego electoral en Guerrero. Una primera fase, que va de finales de la década de los veinte a 1980, se caracteriza por la realización de elecciones sin competencia que corresponde al período de partido hegemónico donde, en términos prácticos, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) no tenía adversarios. Una segunda etapa, entre 1980 y 1988, en la que, gracias en buena medida a la reforma política de 1977, aumenta tanto la participación electoral como el número de partidos políticos con registro, lo que trajo como resultado un aumento de la competencia sin poner en riesgo la hegemonía electoral del PRI. Por último, un tercer momento que inicia con las elecciones presidenciales de 1988 y que llega hasta hoy; en éste, la nueva oposición partidaria, especialmente la de izquierda, aglutinada a partir de 1989 en el naciente Partido de la Revolución Democrática (PRD), competirá por las preferencias electorales del estado con el partido hegemónico.

A lo largo del periodo que va de 1993 a 2014, la competitividad electoral del PRD en la elección a gobernador tuvo, primero, una clara tendencia ascendente hasta 2005: 28.33 % en 1993, 47.15 % en 1999 y 55.10 % en 2005. Posteriormente descendió de manera notable: 54.81 % en 2011 y 34.72 % en 2015. Por su lado, la votación por el PRI ha disminuido constantemente en todas las elecciones a gobernador a partir de 1993: 61.51 % en 1993, 48.82 % en 1999, 42.18 % en 2005, 41.86 % en 2011 y 40.9 % en 2015. En febrero de 2005 —tres elecciones a gobernador y dieciséis años después de su primera participación electoral en el estado (1989)—, la victoria del candidato del PRD Zeferino Torreblanca Galindo cristalizó la alternancia electoral en el gobierno de Guerrero y consolidó un sistema de partidos local bipartidista (PRI-PRD) luego de más de siete décadas de hegemonía del PRI.

Jugadores: lo que está en juego

Territorial y administrativamente, Guerrero está dividido en siete regiones: Acapulco, Centro, Costa Chica, Costa Grande, Montaña, Norte y Tierra Caliente. Beatriz Mojica Morga, candidata común del PRD-PT (Partido del Trabajo) en la elección a gobernador de 2015, concentró su votación en tres de ellas: Acapulco, Centro y Norte. Héctor Astudillo Flores, candidato común del PRI-PVEM (Partido Verde Ecologista de México), tuvo una concentración regional de su voto en Acapulco, Centro y Costa Chica. Su triunfo, el 7 de junio de 2015, representó la segunda alternancia electoral en menos de una década en el estado. Al igual que en 2005 —exactamente dieciséis años y tres elecciones a gobernador después— pareciera emerger en el juego electoral en Guerrero la posibilidad de una tercera alternancia, ahora bajo las siglas de un nuevo jugador: el partido político Movimiento Regeneración Nacional (Morena). 

Algunos de los contendientes a la gubernatura no son del todo desconocidos para los electores. El Instituto Electoral y de Participación Ciudadana del Estado registró ocho candidatos de diez institutos políticos: Irma Lilia Garzón Bernal (Partido Acción Nacional, PAN), Mario Moreno Arcos (candidatura común PRI-PRD), Pedro Segura Valladares (coalición Partido del Trabajo-Partido Verde Ecologista de México, PT-PVEM), Ruth Zavaleta Salgado (Movimiento Ciudadano, MC), Evelyn Cecia Salgado Pineda (Morena), Dolores Huerta Baldovinos (Encuentro Solidario, PES), Manuel Negrete Arias (Fuerza por México, FM) y Ambrocio Guzmán Juárez (Redes Sociales Progresistas, RSP).

En estas elecciones hay continuidades y cambios en las reglas y en las posiciones de poder del escenario político local. El federalismo electoral de la transición, donde los espacios políticos locales cobraron mayor relevancia, dio paso, con la reforma constitucional de 2014, a un federalismo electoral nacional más centralista. El crecimiento electoral de Morena en las elecciones locales de 2018 cimbró el esquema bipartidista y abrió la puerta a un posible sistema de partidos tripartidista. En el escenario actual la lucha por el voto es más intensa y potencialmente más difícil. Muestra de ello es que el PRD local hiciera a un lado su característico rasgo antisistema y anti-PRI para conformar una alianza electoral entre ambos que tuviera mayores posibilidades de enfrentar con éxito a Morena, el nuevo jugador emergente.

Además de captar el voto del malestar por la crisis de inseguridad, violencia, delincuencia organizada, corrupción, abuso de poder y falta de oportunidades (terreno fértil para programas sociales enfocados en sectores sociales y demográficos específicos), buena parte de la explicación del impresionante éxito electoral de Morena en la elección presidencial concurrente de 2018 en Guerrero radicó en el efecto arrastre, especialmente en la oposición de izquierda, del entonces candidato Andrés Manuel López Obrador. Esto provocó una enorme migración hacia Morena de militantes, simpatizantes y electores del PRD, PRI y el resto de los partidos del espectro político local. No obstante, este éxodo no se tradujo en votos de manera homogénea ni uniforme en el terreno de juego. Morena ganó más distritos electorales locales en la elección de diputados que municipios en la elección de ayuntamientos.

El mapa electoral del estado luce diferente si comparamos la elección distrital con la elección municipal: en la primera, el color predominante es el guinda; en la segunda, se pinta de varios colores diferentes: arena, verde, rojo, naranja, amarillo y azul. Morena obtuvo 18 distritos electorales locales de mayoría relativa en la elección de diputados al Congreso del Estado (doce como partido político y seis en alianza con Encuentro Social), mientras que PAN, PRI, PRD, PVEM y MC sumaron un total de diez distritos electorales. Sin embargo, ganó sólo quince municipios en la elección de ayuntamientos (seis en solitario y doce en alianza con Encuentro Social); en contrapartida, PAN, PRI, PRD, PT, PVEM, MC, Nueva Alianza y el Partido Popular Guerrerense se alzaron con la victoria en 59 municipios de la entidad. Los comicios municipales son probablemente los más próximos al votante, donde la cercanía al terruño, a los problemas del entorno y al candidato, juegan un rol decisivo al momento de tomar su decisión por quién votar, compensando en cierta medida el efecto arrastre, más visible en el caso de la elección de diputados locales (y federales).

Si la escala y características del terreno de juego cuentan, cabe preguntarse respecto de la importancia relativa de actores y procesos, en particular la trascendencia de los candidatos en la elección de gobernador (omnipresentes en la discusión pública a nivel nacional). Su influencia pareciera ser diferente en Morena y en la alianza PRI-PRD. En el primer caso, los datos disponibles sugieren que, aun cuando la posibilidad de uno u otro candidato tiene cierta repercusión en la preferencia electoral, ésta tiende a mantenerse relativamente constante. Por el contrario, en el caso de la alianza PRI-PRD, los mismos datos insinúan que el peso del carisma del candidato y la eficacia de la campaña se vuelven cruciales.

En sentido contrario, en la elección del ayuntamiento de Acapulco, que concentra cerca del 30 % de la lista nominal del padrón electoral del estado, la actual presidenta municipal de Morena, Adela Román Ocampo, no aparecerá en la boleta electoral. A pesar de los cuestionamientos al desempeño de su gestión de gobierno, las elecciones como mecanismo de rendición de cuentas quedan más allá del alcance del elector porteño. Pese a ello, tal situación pareciera no tener una influencia determinante en las posibilidades de Abelina López Rodríguez, candidata por Morena al ayuntamiento de Acapulco, de ganar o no la elección. Es decir, este caso específico muestra que en el espacio de juego local, más allá de un candidato en particular, la imagen del inicio de un nuevo ciclo de esperanza sustituye en el electorado la pertinencia de una rendición de cuentas electoral efectiva.

El votante enfrenta varios dilemas relevantes que tendrá que sopesar en esta elección. ¿Hasta dónde representarán PRI y PRD una alternativa opositora atractiva frente a Morena? Interrogante significativa luego de un proceso de designación de candidatos locales que generó malestar en algunos sectores de ese partido. ¿Qué tanto pesará Morena en la arena electoral local como jugador por derecho propio? ¿Qué tan importantes serán las maquinarias electorales del PRI y el PRD? Esta última pregunta es particularmente relevante si se considera que el PRI conserva la mayor organización territorial electoral del estado, mientras que, desde sus inicios, el PRD ha tenido una elevada capacidad de organización territorial y de defensa del voto. Hay un gran malestar en la población con los políticos tradicionales que han tenido cargos y puestos de elección popular. ¿Beneficiará esta percepción a Morena? ¿Una mayor participación electoral ciudadana favorecería o perjudicaría a Morena? No menos importantes son factores todavía poco estudiados a nivel local como el carisma de los candidatos, la eficacia de sus campañas en términos de votos efectivos obtenidos y el nivel de identificación partidista de los votantes. Las encuestas han dado ya su veredicto, el balón está en la cancha. Los electores guerrerenses tienen la última palabra.

Te invitamos a leer este artículo en Nexos.

Jorge Alberto Sánchez Ortega
Universidad Autónoma de Guerrero

Referencias

Calvo Barrera, R. “Guerrero, elecciones 2015: crisis política, segunda alternancia en la gubernatura y declive de la izquierda (con una adenda por el año electoral 2018).” Revista de la Asociación Mexicana de Ciencias Políticas, enero-junio 2018, México, 2018, pp. 149-179.

Estrada Castañón, A. T. Guerrero. Sociedad, economía, política, cultura. Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Humanidades, Universidad Nacional Autónoma de México, Ciudad de México, 1994.

Illades Aguiar, C. Breve historia de Guerrero, Fondo de Cultura Económica, El Colegio de México, Ciudad de México, 2000.

Instituto Electoral y de Participación Ciudadana del Estado de Guerrero, (2015). Memoria Electoral. Proceso Electoral de Gobernador, Diputados Locales y Ayuntamientos 2014-2015.

Instituto Electoral y de Participación Ciudadana del Estado de Guerrero, (2018). Memoria Electoral. Proceso Electoral Ordinario. Diputaciones Locales y Ayuntamientos 2017-2018, Guerrero, 2018.

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