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Escenarios de recuperación en el mediano y largo plazo

  • La recuperación es impulsada por la reapertura de actividades al dejar parcialmente el encierro, además de otros factores; principalmente el repunte de la demanda externa, resultado de la fuerte integración con Estados Unidos, y de la demanda interna, impulsada por el incremento en remesas producto del paquete fiscal de recuperación de ese país.
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FOTO: J. Guadalupe Perez/CUARTOSCURO.COM

De acuerdo con la información de los Indicadores Global y Oportuno de Actividad Económica del INEGI, la recuperación de la economía mexicana en el primer semestre de 2021 puede percibirse como alentadora y ha generado cierto optimismo en el escenario de un regreso acelerado a los niveles de ingreso previos a la pandemia. En realidad, seguramente existirán impactos pronunciados en los determinantes de crecimiento, empleo e inversión en el mediano y largo plazo cuyos efectos no necesariamente se reflejan en la lectura de estos indicadores.

La recuperación es impulsada por la reapertura de actividades al dejar parcialmente el encierro, además de otros factores; principalmente el repunte de la demanda externa, resultado de la fuerte integración con Estados Unidos, y de la demanda interna, impulsada por el incremento en remesas producto del paquete fiscal de recuperación de ese país. Con base en los indicadores mencionados, la información indica que con la reapertura las empresas que cerraron y sobrevivieron, volvieron a abrir y están produciendo cada vez más, con una velocidad distinta dependiendo del sector, pero todas convergiendo a los niveles previos de la pandemia. En específico, el sector industrial, que fue el componente de la economía que más sufrió llegando en su peor momento a casi 30 puntos porcentuales menos que el nivel de febrero de 2020, tuvo una recuperación relativamente rápida impulsada principalmente por la manufactura, siendo la construcción el componente que más ha tardado en recuperarse.

Esto coincide con el resultado de la Encuesta Citibanamex de Expectativas en la que el consenso es que el crecimiento anual sea de 6% en 2021, lo que implica que México estaría regresando a los niveles de producción del cuarto trimestre de 2019 para finales del próximo año. Sin embargo, estas expectativas pueden no estar registrando efectos importantes de la pandemia que afectarán los fundamentos de crecimiento, así como las tendencias de mediano y largo plazo.

En el mediano plazo, con un registro de inflación mensual de más de 4 meses por encima del rango objetivo del Banco de México, hay evidencia de posibles presiones inflacionarias derivadas de una combinación de efectos de las restricciones en la oferta interna, el mencionado incremento de la demanda, así como de la respuesta de Estados Unidos a la pandemia.

La inflación no es tan preocupante si los precios suben por efectos de la demanda, pues esta podría resolverse con un aumento en las tasas de interés por parte del Banco de México, un recorte del gasto presupuestado por parte del gobierno, o una combinación de ambos. En los últimos meses parece ser el caso, pero también puede haber factores de oferta involucrados y podría ser un problema si se combina con un aumento en el déficit gubernamental, ya que podría generar expectativas de un compromiso con mantener las tasas bajas, independientemente de la presión de los precios al alza. En el extremo se tendría un proceso inflacionario importante reflejándose en efectos indeseados en la demanda y en la producción en los próximos años, aunque recientemente el Banco de México incrementó la tasa de interés de 4.00 a 4.25 puntos base.

Por otro lado, los componentes de largo plazo que sostienen al crecimiento económico nacional que fueron y están viéndose afectados por la pandemia tienen que ver con la fuerza de trabajo de las empresas, impactando con disminuciones en el capital humano, una mayor tasa de informalidad y afectaciones en la tasa de participación de las mujeres en la economía. Estas afectaciones serán más lentas y menos perceptibles, pero más importantes para la perspectiva económica de las próximas décadas.

El capital humano del país se compone por los trabajadores con un mínimo de educación que son capaces de realizar tareas complejas, de habilidades altas. Estas capacidades están relacionadas con varios factores, pero principalmente el nivel educativo del país y el nivel de capacitación que las empresas realizan a sus trabajadores. Según la teoría económica que examina la diferencia entre los trabajadores por habilidad (Acemoglu, 2002Peretto y Seater, 2007), el que haya más población educándose en este momento hará más probable que en el futuro México tenga trabajadores con capacidades altas. Esto tiene dos efectos: incrementa directamente la productividad de las empresas, lo que genera incentivos para aumentar el salario de estos trabajadores al considerarlos valiosos para el futuro de la empresa e intentar retenerlos en la misma, y genera un aumento en las brechas de ingresos laborales, ya que los trabajadores con baja habilidad no verán reflejados sus salarios al no participar en el incremento a la productividad.

En este contexto, según el INEGI, durante la pandemia 5.2 millones de estudiantes del ciclo escolar 2020-2021 abandonaron sus estudios por COVID-19 y factores asociados. Las causas de la deserción incluyen la falta de contacto con maestros, el despido laboral de alguno de los padres, el cierre de la escuela y la falta de equipo para poder tomar la clase. Aunque podemos suponer que algunos de estos estudiantes regresarán en los próximos ciclos escolares, si un porcentaje importante de estos no regresa implicará un impacto en la productividad potencial en el futuro, así como el condenar a este sector de la población a tener ingresos laborales bajos durante su vida laboral.

Un segundo factor que sostiene el crecimiento económico del país es el de la formalidad. Las empresas formales son inherentemente más productivas que las informales, al tener mayores capacidades de expansión y acceso a créditos empresariales, pero también al tener mayores necesidades de incrementar sus ingresos para poder sobrevivir. Santiago Levy (20082018) ha descrito a profundidad los efectos en la productividad de tener en México un esquema regulatorio que incentiva a asignar cada vez más recursos a la informalidad, destacando dos conclusiones: cada vez hay más empresas menos productivas y las empresas productivas se hacen menos productivas. En el contexto de la pandemia, la pérdida de empleos fue mayor en el sector formal que en el informal, y la recuperación de empleos ha sido relativamente mayor en este último, lo que profundizará los impactos mencionados en la productividad y el crecimiento del país.

Por último, un tercer factor a considerar es la afectación en el mercado laboral de las mujeres. El estudio realizado por México, ¿Cómo Vamos? en abril de 2021 afirma que la recuperación del mercado laboral ha sido asimétrica, existiendo una brecha importante de género.

Parte del sector servicios y comercio que emplea a más mujeres presentó una caída sin precedentes, concentrada en el sector de hotelería y restaurantes y aún se encuentra con una gran pérdida de puestos al compararlo con su nivel prepandemia. Esto se debe a que las mujeres fueron las primeras en abandonar el mercado laboral al necesitar de cuidar y vigilar a los niños en los hogares y a los enfermos que contrajeron COVID-19.

Lo que esto puede generar son afectaciones en la productividad potencial (Ostry, et. al, 2018) y en el capital humano. Según Duflo (2012), entre menos oportunidades laborales tenga la mujer, mayor es el tratamiento desigual en los hogares, en especial las niñas al existir la percepción de que estas no necesitarán una educación formal.

Por lo anterior, para tener un panorama completo de la recuperación es necesario contemplar el impacto a este tipo de factores que pueden vulnerar los fundamentos de crecimiento económico de México en los próximos años.

Te invitamos a leer este artículo en Animal Político.

* Isaac Guzmán Valdivia Tovar (@iguzmanv) es Maestro en Políticas Públicas por la Universidad de Carnegie Mellon, así como Economista y Politólogo por el ITAM. Trabaja en analítica de datos e imparte cursos de macroeconomía en el ITAM.

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