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México, ¿cómo vamos con las brechas de género en el empleo?

  • De acuerdo con el INEGI, hasta julio de 2020 se reportó una tasa de ocupación del 34.7 % en mujeres, en contraposición al 71.8 % en hombres. Además, del primer trimestre de 2020 al segundo de 2021, en 17 entidades federativas el índice de mujeres que transitaron hacia empleos informales fue mayor al 50 %.
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FOTO: DANIEL AUGUSTO /CUARTOSCURO.COM

Con la pandemia de covid-19, tanto hombres como mujeres se vieron gravemente afectados en cuestiones laborales. Las brechas de género preexistentes empeoraron de forma global, debido a que los sectores más afectados por la contingencia y los bloqueos son aquellos en donde las mujeres se emplean con mayor frecuencia (WEF, 2021). Como resultado, el sector femenino se llevó el mayor impacto, con altos índices de desempleo (Moreno & Cuellar, 2021), reingreso tardío, disminución de la participación en la fuerza laboral, tiempo de reempleo más lento y tasas bajas de contratación o contratación retrasada en puestos de alta responsabilidad (WEF, 2021).

Asimismo, los mercados laborales están cambiando, más con las presiones causadas por el covid-19; el 84 % de los empleadores están acelerando la digitalización de sus empresas y el 50 % tiene la intención de acelerar la automatización de los trabajos (WEF, 2021). Dichas transformaciones están generando nuevos puestos relacionados con la economía y las tecnologías emergentes (Ver Gráfico 1), lo que demanda habilidades únicas y disruptivas. Esto implica un desafío importante para la paridad de género a nivel mundial.

De acuerdo con los datos, los puestos emergentes en áreas socio-administrativas muestran un mayor porcentaje de ocupación por mujeres que aquellos en áreas científico-tecnológicas. De febrero de 2018 a febrero de 2021 el avance en la representación femenina ha sido menor al 2 % en todas las áreas, y en el caso de la ciencia de datos e inteligencia artificial, disminuyó un 0.20 %.

En México, según datos del INEGI, hasta julio de 2020 se reportó una tasa de ocupación del 34.7 % en mujeres, en contraposición al 71.8 % en hombres. Además, del primer trimestre de 2020 al segundo de 2021, en 17 entidades federativas el índice de mujeres que transitaron hacia empleos informales fue mayor al 50 % (México cómo vamos, 2021b), y en 14 entidades federativas la pobreza laboral se ubicó en un rango del 40.4 al 64.3 % (México cómo vamos, 2021c), esto indica que dicho porcentaje de mujeres no puede adquirir la canasta alimentaria con su ingreso laboral.

Adicionalmente, por causa del covid-19, las horas de trabajo se redujeron (55.2 % en mujeres, 51.4 % en hombres), debido a que la actividad laboral cerró o se suspendió (20.3 % en mujeres, 20.1 % en hombres), o como resultado del traslado del empleo al hogar (10.5 % en mujeres, 6.3 % en hombres) (INEGI, 2020). Esta cuestión ocasionó cambios en la situación laboral (ver Tabla 1).

Las mujeres, en mayor porcentaje que los hombres, tuvieron que desplazar su trabajo a casa y disminuir su jornada, lo que resultó en menor salario. Aunado a ello, debieron lidiar con la superposición de obligaciones laborales, de trabajo doméstico y de cuidados, debido a que los dos últimos aún recaen desproporcionadamente sobre las mujeres (Gutiérrez et al., 2020).

También, la generación de empleos formales recibió un impacto crítico (ver Tabla 2). El número de empleos generados en el año, desde el inicio de la pandemia en marzo y hasta diciembre de 2020, sufrió un drástico descenso para hombres y mujeres. Sin embargo, la recuperación se observa más rápida en el caso de los hombres.

Pero, ¿qué nos dicen estos datos? ¿Por qué son importantes? Porque hablan de una terrible desigualdad que se acrecentó como resultado de una crisis sanitaria. Aún antes del covid-19, las mexicanas ya enfrentaban una serie de desafíos e impedimentos que no se presentan en los hombres. Tales como dedicar la mayor parte de su tiempo a empleos no remunerados (tareas del hogar, cuidado de niños, enfermos y/o adultos mayores), emplearse de forma parcial o interrumpir su trayectoria por cuestiones domésticas (CEEY, 2021; Christofides et al., 2013), entre ellas, destaca el embarazo (Aguilar-Gomez et al., 2019).

Se ha encontrado que, en el primer año después del nacimiento de un bebé, la participación laboral de las mujeres se reduce un 28 % y el ingreso laboral un 33 % (Aguilar-Gomez et al., 2019). Por otro lado, las mujeres que deciden ser madres mientras ocupan puestos directivos suelen trasladarse a trabajos con menor nivel de calificación (Mancini, 2019), a empleos técnicos, al comercio u otras actividades que les permitan autoemplearse (CEEY, 2021).

Estas condiciones provocan un alto grado de vulnerabilidad, especialmente para las mujeres que se encuentran en situación de pobreza, debido a que hay una menor disponibilidad de fuentes de trabajo y porque tienen menor disponibilidad de tiempo para trabajar, por atender las tareas del hogar (Gutiérrez et al., 2020). Y como resultado de la desigualdad en derechos y oportunidades laborales, se presenta la precarización del empleo (Anwary, 2017; Domínguez et al., 2018)

El camino para aminorar esta brecha de género es largo y complicado, requiere de un esfuerzo colectivo intencional. Sin embargo, es primordial que se generen políticas orientadas a promover que las normativas e incentivos que se aplican en el sector formal se extiendan al informal; asegurar la inclusión de mujeres en el mercado laboral; garantizar la disponibilidad de ingresos en los hogares vulnerables; fomentar la responsabilidad compartida de los cuidados y la redistribución de roles en casa; estimar e integrar el valor de los trabajos de domésticos y de cuidado en la economía nacional, por mencionar algunas (Gutiérrez et al., 2020).

Aunado a ello, es necesario recordar que la crisis aún no termina, es posible que a México le tome dos o tres años más para recuperarse y sucederá de forma desigual. Avanzarán más rápido los estados en donde se realice la vacunación con mayor eficiencia y prontitud, donde la población continúe con los cuidados de prevención y pronta detección del virus (Lozano & Lozano, 2021). Así que, al menos por ahora, la responsabilidad recae en todas y todos. Después, “ya veremos, dijo un ciego”.

Te invitamos a leer el siguiente artículo en Animal Político.

* Claudia Viviana Zamudio Lazarín es estudiante de primer semestre del Doctorado en Ciencias Sociales y Políticas en la Universidad Iberoamericana campus Ciudad de México. Este texto ganó el tercer lugar en el concurso de ensayo 2021 de México, ¿cómo vamos? y Animal Político.

Bibliografía:

Las referencias pueden encontrarse aquí.

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