Pocas cosas tan lacerantes para el ánimo social y la calidad de vida como la inflación. Tener dinero y que no alcance; saber que la quincena no será suficiente para comprar lo más básico para la familia.
La comida se ha encarecido en casi el doble que el grueso de bienes y servicios; 12% en la comparación anual de los alimentos preparados y de la canasta básica desde finales del año pasado mientras que la inflación general ronda el 7% anual. Sorprende el incremento en el precio de un taco de carne de cerdo con salsa, cuyos insumos se han encarecido hasta alcanzar el doble de su costo entre julio 2018 y marzo 2022, según el Índice del Taco de México, ¿cómo vamos?
El incremento en los sueldos no compensa en millones de hogares el aumento el costo de los alimentos, y por eso el gobierno debería estar alerta y tener una estrategia lista…
¿Qué ha anunciado el gobierno? El presidente mencionó el lunes 4 de abril 2022 en su conferencia matutina que habría control de precios y aumentaría la oferta de alimentos de la canasta básica por medio de acciones que dará a conocer en próximos días como respuesta al aumento de precios.
Mientras esperamos, quisiera poner sobre la mesa tres reflexiones que parecen mejores soluciones al control de precios plano y llano.
Primero, la política de precios topados generalmente lo que ocasiona es:
1) un mercado negro, porque hay bienes y servicios -como la comida de la canasta básica- que no puede dejar de consumirse y que tampoco tiene muchos sustitutos más allá de dejar de comer; y
2) desabasto, porque con precios topados muchos productores de comida preferirán producir otras cosas, o incluso tomarán acciones extremas que reduzcan aún más la oferta de alimentos, como la de algunos ganaderos que en su desesperación han preferido sacrificar a su ganado porque el maíz y los cereales han llegado a ser más caros que un litro de leche.
Segundo, vale la pena tomar medidas de emergencia en situaciones de emergencia. El precio mundial de los a fertilizantes ha subido 400% en los últimos 14 meses. Dado que el 60% de los fertilizantes proviene de Rusia y el 30% del maíz y cereales del mundo proviene de Ucrania y territorios aledaños, la guerra impone condiciones extraordinarias en las que no habrá suficientes cereales este año en el mercado internacional y los países tendrán que decidir si compran fertilizantes de Rusia a pesar de las sanciones o perder la temporada de cosecha completa. Según estimaciones de la FAO 45 millones de personas podrían enfrentar hambruna en el mundo ante el desabasto de cosechas desde 2021.
La Cofepris parece estar particularmente rezagada en la aprobación de emergencia de fertilizantes, herbicidas y otras moléculas que permitirían incrementar -al menos de manera temporal- la producción agrícola en México. Se sabe que hay moléculas chinas en un mercado negro que no sólo son más caras sino que además ninguna autoridad sanitaria internacional las ha aprobado para la producción de cereales y granos de consumo humano y de animales de rastro.
Es decir, de poco sirve que el gobierno emprenda una campaña de comunicación al público para informar sobre algunos herbicidas si en el mercado negro los agricultores se abastecen con quién sabe qué cosa. Un ejemplo más de buenas intenciones mal ejecutadas en tiempos de crisis. Es momento de atender la emergencia alimentaria y Cofepris debe asumir su rol en prevenir la falta de comida en el país.
Tercero, han pasado nueve años desde el escándalo de Agronitrogenados, por el cual el gobierno de México pagó en 2013 la cantidad de 275 millones de dólares por plantas de producción de fertilizantes en mal estado, según consta en un informe de la Auditoría Superior de la Federación de 2019. Administraciones van y vienen, investigaciones y detenciones en la Fiscalía también, pero aún no tenemos claro cuántos fertilizantes están produciendo las instalaciones de Pemex, ni las razones por las cuales no se han incorporado a la discusión del plan del gobierno.
No me estoy pronunciando por dejar sin efectos los procesos de aprobación de seguridad biológica ni las consultas públicas para contemplar el impacto de las plantas productoras de fertilizantes entre los pueblos originarios. Me estoy pronunciando por un plan de emergencia que no sea subsidiar la gasolina, que beneficia en mayor medida a quienes tienen coches y camionetas, ni topar los precios -que encarecen lo que prometen abaratar y promueven un mercado negro, causando desabasto generalizado y ganancias ilegales para quien lo comercia por debajo del agua-.
Me estoy pronunciando por una estrategia viable y coordinada de incremento de la oferta de alimentos, de granos y cereales, para proteger no sólo al campo sino a las familias mexicanas.
Por cierto, la seguridad alimentaria en México es una ilusión: cada año llegan 17 millones de toneladas de maíz transgénico de Estados Unidos para alimento de animales y también para producir tortillas. Claro que hay que incentivar la producción local pero sin dogmas. Hay que ser consistente en el discurso y reconocer que ni el precio de las tortillas ni parte del maíz con que se hacen viene de México .
Con la cabeza fría, necesitamos garantizar que haya comida en todos los hogares, y que la inflación y el desabasto no dejen a nadie con hambre.
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Nota del editor: Sofía Ramírez Aguilar ( @Sofia_RamirezA ) es economista y directora México, ¿cómo vamos? Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente a la autora.