Como en todo, el cierre y la reapertura de la frontera de México con Estados Unidos, anunciada hace unos días por los gobiernos de ambos países, representa la normalización de la vida para más de 13 millones de personas que viven en la franja fronteriza .
Antes de la pandemia, el cruce de 650,000 personas diariamente por los puntos de revisión legalmente constituidos en la frontera sur de Estados Unidos ocupaban al 85% de los casi 20,000 oficiales de la patrulla fronteriza . Si bien con el cierre de las fronteras estadounidenses en marzo de 2020 el comercio transfronterizo no sufrió retrasos para el cruce de mercancía, la vida fronteriza disminuyó para concentrarse en cruces esenciales, y se redujo entonces a residentes de Estados Unidos, trabajadores y estudiantes en ese país; a quienes necesitaban atención médica en Estados Unidos, y a diplomáticos y militares.
De esa manera, las personas que viviendo en la frontera del lado mexicano cruzaban diariamente a cargar gasolina o a comprar en Estados Unidos desde México antes del cierre dejaron de hacerlo, con importantes afectaciones a la economía de las ciudades fronterizas, sobre todo del lado de Estados Unidos, país que cerró sus fronteras. Los estadounidenses siempre pudieron entrar a México, por lo que los comercios y negocios del lado mexicano no sufrieron mayores afectaciones que las propias de los confinamientos y menor afluencia de clientes.
Con estas restricciones de ingreso a Estados Unidos vino también la reasignación de personal y actividades fronterizas del lado americano, pues al haber menos cruces por lo puertos de entrada, también disminuyó la cantidad de personal adscrito a éstos. A la par, el aumento de los incidentes registrados por la agencia de Aduanas y Fronteras (CBP, en inglés) en lugares distintos a los puntos de entrada se duplicó en 2021 respecto a las cifras observadas en 2020, por lo que la actividad de CBP y de la Patrulla Fronteriza se centró en la atención de personas migrantes indocumentadas, detenidas en tránsito, con un importante incremento de niños y niñas migrantes no acompañadas.
La reasignación de labores del personal desplegado en la frontera con México, derivado del incremento en la cantidad de personas migrantes que buscan internarse sin documentos a Estados Unidos, pero también del menor cruce de personas en los puntos de ingreso formales, han derivado en un reto para la reapertura de la frontera a partir de noviembre de 2021 .
El reto radica, por un lado, en regresar a los agentes de CBP y de la Patrulla Fronteriza a los puntos de ingreso formal a Estados Unidos, a un esquema similar al que había antes de la pandemia. Será una tarea complicada, por decir lo menos, porque los flujos de migrantes que buscan ingresar a Estados Unidos sin documentos seguirá aumentando, azuzados por la crisis económica mundial post pandemia, que afecta más a los países de menores niveles de desarrollo, que son además quienes hasta ahora tienen la menor tasa de vacunación.
Pero por otro lado, la inmigración indocumentada hacia Estados Unidos en las últimas décadas ha evolucionado, dejando de ser mayoritariamente de hombres adultos viajando solos, y ahora son muchos menores migrantes no acompañados, así como familias completas quienes acaban bajo custodia de CBP, tal como lo revelan los datos y lo enfatizaron los mandos retirados de CBP en su carta de marzo 2021, en la cual solicitaban al Congreso estadounidense una revisión integral del presupuesto que anualmente se asigna a la agencia.
Es decir, la demanda para CBP y la Patrulla Fronteriza se ha multiplicado en distintas ubicaciones y modalidades, lo que reasignar funcionarios a los puntos formales de cruce podría no ser una prioridad en la agenda migratoria de Estados Unidos en estos momentos.
Pero ¿qué pasaría si simplemente no se reinstalan las capacidades de registro e ingreso a Estados Unidos en la frontera con México?
Los perdedores de 19 meses de cierre fronterizo han sido definitivamente los comercios y las ciudades fronterizas del lado estadounidense, cuya economía depende fuertemente de la vida transfronteriza. En primer lugar, el anuncio de reapertura firmado por el Secretario de Seguridad Interior de Estados Unidos, Alejandro N. Mayorkas, parece una buena noticia para los negocios de pequeñas comunidades del lado estadounidense, para las economías locales de tiendas de autoservicio, departamentales, restaurantes y gasolineras en ciudades como Laredo (ciudad hermana de Nuevo Laredo, Tamaulipas, donde más del 60% de los comercios permaneció cerrado en estos meses); Eagle Pass (junto a Pierdas Negras, Coahuila); El Paso (junto a Ciudad Juárez, Chihuahua); y San Ysidro (cruzando la frontera por Tijuana, Baja California).
En segundo lugar, si no se asignan ágilmente suficientes agentes fronterizos en los cruces terrestres entre México y Estados Unidos, entre los grandes perdedores también seguirán las ciudades fronterizas en Estados Unidos, pues han estado perdiendo dinero en forma de impuestos sobre las ventas: casi 70% de los impuestos sobre las ventas eran de compradores mexicanos en Nogales, Arizona en 2019 ; 80% de los impuestos de ventas a visitantes mexicanos en Douglas, Arizona.
Por supuesto que entre los perdedores también están las y los consumidores mexicanos que no han podido cruzar a comprar bienes y servicios del lado estadounidense, generalmente en mercados con mayor variedad y mejores precios. Pero dado que el cierre de la frontera ha beneficiado mayoritariamente a los negocios del lado mexicano, que surten el consumo en el territorio nacional, la calidad de vida de las ciudades fronterizas en México no se ha deteriorado en la misma proporción.
Lo cierto es que, como dice Enrique Perret, Director Ejecutivo de la US-Mexico Foundation , las personas que viven en la región fronteriza conforman una gran comunidad a ambos lados de la frontera, y el daño de un lado de la frontera eventualmente tiene un perjuicio al otro lado de la frontera.
Por eso, aunque son los pequeños negocios y las propias ciudades fronterizas del lado estadounidense los que deberían presionar para un rápido restablecimiento de los servicios migratorios en los puntos de entrada a Estados Unidos, lo cierto es que también del lado mexicano estará mejor la gente cuando se reactiven con normalidad todos los cruces terrestres.
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Nota del editor: Sofía Ramírez Aguilar ( @Sofia_RamirezA ) es economista y directora México, ¿cómo vamos? Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente a la autora.