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¿La ley del más rico? Rompamos el mito

  • Necesitamos una reforma fiscal progresiva que cobre más a quienes más tienen, particularmente a los súper ricos, señalan Alexandra Haas y Carlos Brown.
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La pandemia dejó un saldo preocupante: una desigualdad creciente a nivel global que, según el Banco Mundial, no se había visto desde la Segunda Guerra Mundial. Hoy, 1,700 millones de personas trabajadoras viven en países donde la inflación supera el aumento de los salarios y más de 820 millones de personas, una de cada 10 en la Tierra, pasan hambre. A pesar de esto, por primera vez en los últimos 25 años, tanto la pobreza extrema como la riqueza extrema crecieron al mismo tiempo.

En el informe que presentó Oxfam a nivel global el pasado 16 de enero en el contexto del Foro Económico Mundial de Davos, Suiza, se ilustran estas desigualdades pero, en esta ocasión, con un enfoque en los sistemas tributarios. Las actuales reglas fiscales permiten que y promueven que pocas personas amasen grandes cantidades de dinero, mientras que los Estados cuentan con un espacio fiscal cada vez más reducido para cumplir con sus obligaciones y para reducir las desigualdades.

De acuerdo con el informe La ley del más rico, 2,655 personas milmillonarias —es decir, quienes poseen fortunas de más de mil millones de dólares— a nivel global acumularon cerca de 2,700 millones de dólares diarios durante la pandemia. Según el informe especial que hizo Oxfam para América Latina y el Caribe, los datos para la región son tanto o más preocupantes: 30 nuevos milmillonarios se sumaron a la lista para alcanzar un selecto grupo de 91 personas en la región, mientras que 12 millones de personas se sumaron al mismo tiempo a la pobreza extrema.

Esta concentración desmedida de la riqueza se debe a que el diseño tributario de los países latinoamericanos amplía las desigualdades, pues recauda menos de quienes más tienen: mientras que la recaudación de impuestos al trabajo y consumo subieron en un 11%, la recaudación por rentas corporativas y riqueza cayó en un 5% entre 2007 y 2019.

En México, durante la pandemia, la fortuna de los 15 milmillonarios aumentó en 645,000 millones de pesos —es decir, sus fortunas crecieron en un tercio, mientras que casi 4 millones de nuevas personas ahora viven en pobreza, a pesar de que el actual gobierno federal ha emprendido importantes políticas y acciones para combatir la desigualdad extrema y aumentar la recaudación de impuestos. Además de los incrementos al salario mínimo y la expansión de los derechos laborales de millones de personas, las auditorías a grandes contribuyentes realizadas entre 2020 y 2022 incrementaron en 754,000 millones de pesos la recaudación.

Sin embargo, estas acciones no son suficientes. Necesitamos una reforma fiscal progresiva que cobre más a quienes más tienen, particularmente a los súper ricos, esas 15 personas con fortunas mayores a los mil millones de dólares. México sigue ocupando la última posición entre las grandes economías de América Latina y el Caribe por recaudación de impuestos a la riqueza, con un monto que apenas alcanza el equivalente al 0.34% del PIB, frente al promedio latinoamericano de 2.57%. Esto es aún más importante en un momento donde cada vez pagamos más por el servicio de la deuda y las pensiones. Cada vez hay menos dinero disponible para programas sociales, infraestructura social e inversión para la expansión o mantenimiento de servicios públicos.

Las personas contribuyentes con ingresos arriba de 500 millones de pesos anuales apenas representaron el 0.03% de la recaudación total de impuestos federales, deacuerdocon la Secretaría de Hacienda. Además, las grandes empresas pagaban hasta 2021 unas tasas efectivas de impuesto sobre la renta de apenas entre el 1 y 8% del total de sus ingresos, muy por debajo del 30% que establece la ley.

Por eso, Oxfam México propone, junto a otras medidas para acabar con los privilegios fiscales de unos cuantos, un impuesto federal de hasta 5% a las grandes fortunas. Este impuesto permitiría recaudar hasta 270,000 millones de pesos cada año, lo que sería suficiente, por ejemplo, para incrementar el actual gasto en salud pública federal en casi 40% o para multiplicar en 17 veces el actual gasto federal en protección ambiental.

Es hora de romper el mito de que en México esto jamás sería posible. Los impuestos a las grandes fortunas son parte del pasado de México y del presente y futuro de América Latina y el mundo. También es momento de romper el mito de que la fortuna de unos cuantos puede “gotear” al resto. Cuando la marea aumenta, no sube para todos los barcos, aunque estemos ante la misma tormenta. Que los súper ricos también ayuden a pagar la cuenta, porque cuando ellos no pagan, pagamos nosotros.

Te invitamos a leer este artículo en Expansión.

Nota del editor: Alexandra Haas (@ahaasp) es directora de Oxfam México (@OxfamMexico) y Carlos Brown (@cabrowns) gerente de justicia fiscal en Oxfam México; especialista en justicia fiscal y económica en SUR | Instituto del Sur Urbano; y experto México, ¿cómo vamos? (@MexicoComoVamos), organización que registra a detalle el desepeño económico del país. Síguelos en Twitter , Facebook e Instagram .

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