Resurgir de las cenizas pandémicas no ha sido igual de sencillo para algunas poblaciones, ciertos sectores y distintos países, pues la recuperación se ha dado en diferentes condiciones. El COVID-19 y su relación con las limitaciones a la actividad económica ha fomentado que sectores como el comercio al por mayor, las manufacturas y las actividades agropecuarias ya hayan recuperado la totalidad de su producción pre-pandemia, mientras industrias como la hostelería y el sector restaurantero, así como los servicios en actividades culturales aún sufren los estragos de los confinamientos. Además, las micro, pequeñas y medianas empresas, que son el motor de la economía mexicana, han sido menos resilientes que las grandes empresas, simplemente por su capacidad financiera de afrontar la crisis.
Medir el pulso de las empresas en el país resulta un ejercicio fundamental para enfocar apoyos y esfuerzos a aquellos que más lo necesitan. La aparente sensación de que “lo peor ya pasó” no quiere decir que sea demasiado tarde para destinar recursos a la recuperación. En ese sentido, la Encuesta sobre el Impacto Económico generado por COVID-19 (ECOVID-IE), publicada por el INEGI esta semana en su tercera edición, provee información muy valiosa sobre las dificultades que han enfrentado, las medidas que han adoptado dentro de la “nueva normalidad”, y los escenarios que visualizan en el futuro cercano.
En el primer trimestre de 2021, los negocios aún resienten la falta de apoyos económicos e incentivos fiscales, aunado a un estrés financiero causado por bajo acceso al crédito. 96 de cada 100 empresas reportan no haber recibido ningún tipo de ayuda. De aquellas que sí, 3.1% ha recibido ayuda del gobierno, 0.6% de cámaras y asociaciones, y 0.1% de otro tipo. De manera cada vez más urgente, en comparación de las dos ediciones previas de la encuesta, dicen requerir apoyos fiscales. Las transferencias en efectivo, el aplazamiento de pagos a créditos o servicios, o el acceso a créditos nuevos han disminuido en prioridad.
El periodo en el que se realizó la encuesta coincidió con el lapso en el que se cierra el año fiscal y se realizan los pagos de impuestos correspondientes. Este factor puede que haya sido el causante del incremento en la necesidad percibida. De cualquier manera, las dificultades también son palpables en otros rubros, por ejemplo, en el personal y en el de las remuneraciones. En el tercer levantamiento, aún más empresas reportaron reducciones en su personal, y la reducción de remuneraciones y/o prestaciones vio un repunte respecto a la segunda edición. Los empleadores aún no se ven con la capacidad de rehabilitar puestos y sueldos.
En un tenor más positivo, hoy solo 9 de cada 100 empresas se encuentran en riesgo de cerrar sus puertas en el corto plazo, pues el resto dice poder seguir operando con el mismo nivel de ingresos durante 3 meses o más. El riesgo se reduce dependiendo del tamaño de la empresa: los micronegocios enfrentan mayor peligro que las grandes empresas en caso de no generar más ingresos.
Pero no solo se trata de sobrevivir, se trata de crear empleos y oportunidades que impulsen el crecimiento y desarrollo que el país necesita. Sólo 9 de cada 100 empresas prevé crecer su planta laboral, una mala noticia para los 2 y medio millones de mexicanos y mexicanas que están buscando una oportunidad de generar ingresos para ellos y sus familias.
No basta con mirar indicadores macroeconómicos, sino escuchar las necesidades de las empresas para lograr salir de la crisis lo antes posible. Esfuerzos como la ECOVID-IE deben incorporarse al diseño de políticas públicas que impulsen a los sectores y empresas más vulnerables. Solo así podremos hablar de una recuperación integral de la economía del país.
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Nota del editor: Karla Ruiz Argáiz labora enMéxico, ¿como vamos? registra a detalle el crecimiento económico del país. Síguelos en Twitter , Facebook e Instagram . Las opiniones expresadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.
