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Hablemos del subempleo en la recuperación del mercado laboral

  • Se requiere poner más atención a la tasa de subocupación porque el progreso en ese indicador en los últimos meses ha sido prácticamente nulo, apunta Brenda Flores Cabrera.
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FOTO: VICTORIA VALTIERRA/CUARTOSCURO.COM

Este lunes 25 de octubre conocimos los indicadores de ocupación y empleo para septiembre según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, Nueva Edición ( ENOEN ). Los indicadores arrojan resultados muy relevantes. Por ejemplo, que la tasa de desocupación tuvo una disminución de 0.1 puntos porcentuales (pp) durante el mes, aunque se mantiene por encima de su nivel prepandemia.

Por otro lado, de agosto a septiembre de 2021 la tasa de participación se contrajo 0.8 pp y también continúa debajo de su nivel del primer bimestre de 2020, a pesar del incremento anual de 2.6 pp.

Entre los indicadores más preocupantes se observa que la serie que ya rebasó su nivel previo a la pandemia es la de informalidad laboral. El INEGI calcula que actualmente el 56.4% de la población ocupada se encuentra en un empleo informal. Más de la mitad de las personas que trabajan en nuestro país no cuentan con un vínculo formal ni prestaciones sociales básicas.

En este camino a la recuperación económica en México la informalidad ha mostrado una vez más ser más fuerte que la formalidad.

Y dentro de todos los indicadores de empleo, me parece que hay que poner particular atención en la tasa de subocupación. Esta tasa nos muestra a las personas que sí trabajan pero tienen la necesidad y disponibilidad para trabajar más horas. Es esa una de las principales variables con las que podremos evaluar cuando realmente el empleo haya recuperado sus condiciones y calidad de antes de la crisis ocasionada por la pandemia.

En este indicador se observó una disminución en septiembre, pero hay que considerar que viene de presentar sus niveles máximos históricos en el segundo trimestre de 2020.

Al ver la imagen completa, es claro que las disminuciones en la tasa de subocupación se están frenando y en lo que va del 2021 se ha mantenido en niveles superiores al 12% de la población ocupada. Esto quiere decir que las tasas de subocupación se encuentran muy por encima de las de alrededor del 8% que se observaban antes de la pandemia y no se ve una tendencia a la baja que nos indique que vaya a retomar esa trayectoria pronto.

Se requiere poner más atención a la tasa de subocupación porque el progreso en ese indicador en los últimos meses ha sido prácticamente nulo. Si bien disminuyó en septiembre, en julio y agosto se había incrementado y la tasa actual es muy cercana a las de mayo y junio de 2021.

Así, actualmente hay aproximadamente 6.8 millones de personas en México que necesitan trabajar más horas y están disponibles para hacerlo. No podremos hablar de prosperidad en el mercado laboral, incluso cuando se anuncie que en octubre por fin recuperamos todos los empleos registrados ante el IMSS perdidos durante la pandemia o se celebre un nuevo máximo histórico en los empleos formales, mientras más de 6 millones de personas están subocupadas y 31 millones en informalidad laboral.

El incremento en la tasa de informalidad y la falta de convergencia a menores tasas de subocupación es alarmante, pues ambas condiciones laborales normalmente implican menor productividad e ingresos y, por lo tanto, menor bienestar.

La verdadera recuperación del empleo y de la actividad económica en general dependerá de que realmente generemos capacidad productiva en nuestro país. El sector formal no está logrando incorporar a quienes buscan empleo en México, y era así desde antes de la pandemia. Por esto, la informalidad aumentó y el subempleo está muy lejos de recuperarse.

Es imprescindible que en la política económica se voltee a ver a la informalidad y al subempleo entre las prioridades, así como considerarles cada vez que se discuta sobre el empleo en México. No bastará con recuperar el número de puestos que se tenían antes de la pandemia. Se debe buscar alcanzar las condiciones laborales y calidad del empleo que se tenía y mejorarlas.

Para esto, se requerirá tanto incentivar la formalidad como la inversión. Requerimos mayor inversión pública y privada que detonen mayores oportunidades de crecimiento, empleos y mayores remuneraciones. Pero la iniciativa privada no invertirá sin certeza jurídica para quien considere invertir en nuestro país.

Esta misma semana se publicaron los datos del Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE) para agosto, el cual disminuyó 1.6% en su comparación mensual . Esta fue la segunda disminución en tres meses. Los datos que vamos conociendo sobre la actividad económica en la segunda mitad del año sugieren que nos encontramos en una desaceleración económica en “L”, más que la recuperación en “V” que queríamos ver

Ya se le está acabando el combustible al efecto rebote y la desaceleración es evidente. No podemos seguirle dejando a la inercia la recuperación de nuestra economía porque no será suficiente y la calidad de los empleos y el bienestar de las familias pagarán por ello.

Te invitamos a leer este artículo en Expansión.

Nota del editor: Brenda Flores Cabrera es investigadora en México, ¿cómo vamos? Síguela en Twitter . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente a la autora.

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